El café carretero

Nunca había preparado café, el corte de caña imposibilitaba que mi abuelo se diera una vuelta por la casa, sacó del lateral de una de sus polainas un nailon con el café molido la noche anterior, toma, me dijo, hazte una colada, y me señaló el jarro de Segundo mi padrino.
Pero ¿cómo?, le pregunté sin dejar que terminara de darme la orden.-Agrupa paja, unos palitos secos y dale., contestó abuelo Abelardo.

Así lo hice, cuando el agua comenzaba a hervir, me acorde del colador, y otro grito que provenía desde la cumbre de la carreta me hacía volver la vista.

-Metele un tizón y se cuela con los dientes, déjalo que se asiente y sírvelo, era abuelo con otro consejo.

Primero probé, era el café carretero del que tanto se hablaba, en las charlas nocturnas de aquellos bohíos, café preparado tradicionalmente por los campesinos en romerías o cuando se encontraban trabajando lejos de la casa.

Cuando el café está hirviendo, se coge un leño encendido que allá en Encrucijada llamamos tizón y se introduce dentro del recipiente, la borra por razones físicas se precipita hacia el fondo e inmediatamente y se sirve.

Qué tiempo hace que no saboreo ese café, mis hijos no lo conocen, pocos lo saben, primero las cafeteras, ahora comienzan a llegar equipos sofisticados que alimenta la energía eléctrica, pero ninguna de las coladas sabe al café carretero.

Tradición que se pierde, cultura que se olvida, temas de los que no se hablan, identidad que no vuelve.

1 comentario:

  1. Gracias ya se me olvidaba que en la cafetera italiana no se hace el real cafe cubano

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