Por: Aramis Fernández
Valderas
El estrés es compañero de
viaje y descanso del cabaiguanense, son pocos los habitantes de este pueblo que
no lo sufren. La vida corre apresurada y dificultosa, el estrés no dialoga
contigo; por el contrario, se te clava en la piel y se hace difícil sacarlo.
La administración del
hogar con sus carencias, la convivencia de varias generaciones bajo el mismo
trecho, la forma de ser del joven, y los achaques de los abuelos, no son nada
fácil de sortear sin que aparezca el estrés.
La vida se pone más
difícil cuando llegas al centro laboral y comienzan a aparecer los jefes, casi
siempre son más que los trabajadores y cada cual exige de forma diferente.
Allí también están los
compañeros de labor, algunos de los cuales son medios enredados y dan su aporte
para que te agites, un poco más de lo que ya estás con los jefes y lo que
dejaste cuando tiraste la puerta de la casa.
Con frecuencia es
necesario afrontar una pesada carga laboral y al mismo tiempo dar la cara a los
disímiles retos de un hogar repleto de responsabilidades materiales o
afectivas.
Todo esto no es nada
cómodo para la naturaleza humana que frecuentemente reacciona con una gran
variedad de síntomas derivados de un alto grado de estrés laboral. En no
raras ocasiones se puede alcanzar.
Los empleados y las
empleadas de un centro de trabajo, llámese hospital, fábrica, oficina o centro
de servicios reciben una diaria presión para cumplir las metas o los objetivos
trazados, se les pide mayor productividad, más eficiencia y muchas veces se
encuentran involucrados en cambios permanentes o transitorios, muchos de
ellos fuera del alcance de su control personal.
De vuelta al hogar
encuentras una jaba vacía, los puercos gritando, agarras la jaba, tomas destino
al zoológico. La cebolla a pesos la
pata, irrita mucho más la mente que el estómago, viras el bolsillo al revés, la
jaba regresa casi vacía.
Los cerdos no entienden de
espera, tremendo concierto se forma en el corral, todo eso atormenta, estresa, terminas
con los animalitos y temes entrar de nuevo a la cocina. Algo debe falta. Del
baño alguien llama: “Papi, porfa, consígueme un jabón”. No aparece el jabón, le
alcanzo una cebolla cargada de estrés.
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