La palabra proyecto significa “Idea de una cosa que se piensa hacer y para la cual se establece un modo determinado y un conjunto de medios necesarios”. Ahora domina este vocablo en la comunicación. Al fin y al cabo, daría lo mismo decir plan, pero ocurre demasiadas veces que un plan se convierte en planazo, igualmente el proyecto en sal y agua.
No me compete comentar lo referente a la raíz ni la esencia, o significado de la palabra proyecto, sino ir hasta el Barrio de la Filial, donde la intensión de mejorar la zona nunca fructifica y la enredadera de ideas jamás llega a materializarse. Mientras tanto sigue pululando el mal gusto, la insalubridad y todo cuanto rodea a lo que queda a la deriva.
No cuelguen más culpas a los habitantes del Barrio de la Filial, bastante pacientes han sido ante las irregularidades de los basureros, las fosas vertiendo, los animales sueltos. Nada de eso tiene arreglo con un parquecito, ni sembrando cuatro matas al frente de los edificios.
Si las bestias andan a la deriva por el área, es porque quien debe poner orden no lo hace, si hay basureros, la causa no la busquen en los vecinos, sino en quienes tienen que recoger los desechos y además de no tener medios, andan llenos de justificaciones, si las fosas se desbordan, es acueducto el responsable, no quien hace sus necesidades en casa y descarga el inodoro.
Y de regreso a los proyectos, en papeles pueden existir miles, pero del papel a la ejecución, media la distancia de los incumplimientos, de los irresponsables, de las inejecuciones. Ya los filiareños, no necesitan más planes; sería como revolcar y añadir más escombros a la basura.
Tampoco creen el cuento de la “Buena pipa”. Quieren ver y no soñar, por tanto hacerlo está en el letargo hace demasiados años. Convertir el reparto en un lugar decente, higiénico, ordenado, necesita de recursos, pero también de eliminar la telaraña de las cabezas ejecutivas, compromisos incumplidos y planes que a la larga no terminen en planazos.
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