Los cuadros deben sacudirse la telaraña de la cabeza

Los conocimientos económicos de los representantes administrativos de Cuba, obligatoriamente tienen que ser más profundos para poder encaminar las esferas que representan, hacia la rentabilidad y eficiencia que necesita el país. El General de Ejército Raúl Castro durante la celebración del V Pleno del Comité Central del PCC expresó: "En materia de política de cuadros hemos dado pasos positivos, pero el esfuerzo que se necesita es grande y el tiempo apremia… Urge romper el bloqueo de pensamiento que todavía persiste a la hora de seleccionar y preparar a los jóvenes dirigentes”. La vieja mentalidad de consumidores, es contraria al nuevo modelo de la economía que se propone el estado cubano, como garantía para la mayor autosuficiencia de productos que pueden lograrse en el país y no ser importados de otros, que por consiguiente se traduce en mayor productividad, menores gastos y desarrollo nacional. La capacitación de cuadros que se lleva a efecto, es un ingrediente importante en el proceso, sin embargo persisten cerebros obsoletos, obligados a la asimilación del contenido de manera creativa para dejar atrás las trabas del pensamiento, del acomodamiento y fomentar la conciencia de productores. Sería muy importante además que se materializara lo dicho por el también presidente de los Consejos de Estado y Ministros de la República de Cuba: “... Al jefe que sólo le gusta el subalterno que lo complazca, el que tiene la sonrisa y el sí siempre a flor de labios sin pensar, el que está esperando sólo saber qué es lo que piensa el jefe para decirle lo que el jefe quiera oír, es un tonto, y más tonto que él es el tonto del jefe que así actúa...” Me refiero a que los dirigentes tienen que escuchar a los trabajadores, las asambleas sindicales, no pueden continuar agradando al jefe, por el contrario ellas son trincheras de combate contra el bloqueo de los cerebros, cuestión muchas veces, poco entendidas, dada la costumbre bastante generalizada de decir sí, para que la reunión termine rápido y que el cuadro salga satisfecho por un lado y los obreros haciendo comentarios de pasillo por el otro. Creo, que de alguna manera en el deseo de poner en orden las cosas, tanto desde el punto de vista económico como empresarial, los trabajadores tienen mucho que aportar, incuso hasta en la aprobación o desaprobación de quienes o quien los dirige, porque existen muchos subordinados que tienen mayor conocimiento y empuje que cuadros establecidos como corchos, sería esta una manera democrática y útil de participación colectiva y responsabilidad individual que no en todas partes anda como se precisa en la actualidad. A los cuadros no se les puede seguir designándolos de dedo; el Che Guevara los consideró como “La columna vertebral de la revolución”, en la revista Cuba Socialista de septiembre de 1962 y agregaba: “Debemos decir que, un cuadro es un individuo que ha alcanzado el suficiente desarrollo político como para poder interpretar las grandes directivas emanadas del poder central, hacerlas suyas y transmitirlas como orientación a la masa, percibiendo además las manifestaciones que ésta haga de sus deseos y sus motivaciones más íntimas”. Los cuadros deben sacudirse la telaraña de la cabeza, en la que muchos están aún enredados, a pesar del reclamo del estado cubano.

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