Filiberto Beltrán; no conoció los límites del humor
Por: Aramis Fernández Valderas
Existen personas que con su actuar se convierten en personajes populares que distinguen a una ciudad solo por ser diferentes y darle alguna que otra nota, fundamentalmente curiosa, este es el caso de Filiberto Beltrán Valdés un hombre que nunca conoció los límites del humor para convertirse con el tiempo en uno de los personajes más populares de esta ciudad situada en el mismo centro de la Isla de Cuba.
Muchos no lo conocimos personalmente, pero está el testimonio oral de los habitantes del territorio y fundamentalmente el de sus cuatro hijas Mirtha, Dulce Maria, Margot y Magalys hijas que acceden a la solicitud de www.rcabaiguán.cu para dejar constancia de su padre.
Mirtha Beltrán: “El iba a la escuela igual que cualquier niño de su edad después, montaba una escuelita en la casa, él era el maestro y daba clases y reglazos a diestras y siniestras, hasta que mi abuelo tuvo que desbaratar la escuela pues papi se creía que verdaderamente era el maestro.
De su paso por la escuela primaria hay varias anécdotas; una vez la maestra le pregunto que le nombrara un animal carnívoro y contestó que la gallina y maestra le corrigió.
- La gallina no es un animal carnívoro.
A lo que mi papá repuso: Si lo es porque cuando mi mamá está machacando el tasajo ella vuela y se lo lleva”.
Dulce Maria Beltrán: “Yo lo recuerdo porque a parte de ser mi padre era mi amigo y gozábamos mucho con las cosas que el hacia, muy cómico, jocoso y siempre de buen humor, incluso una vez en el merendero (bar) se hacían colas muy grandes y una vez llego a una cola de esas largas con una vara de pito de caña brava y amarró en la punta un jarrito y echó la peseta dentro de él y por encima de la gente paso la caña brava para que le echaran el poco de café y se lo echaron tan solo por aquella ocurrencia, uno de la cola protestó le dijo que era un descarado y el le respondió: Hubieras estudiando como yo y te hubieses aprendido los 27 mandamientos de la cola”.
Los dos timones
Magalys Beltrán: A él le gustaba hacerle maldad a todo el mundo entonces los mecánicos dijeron que hoy le va tocar la maldad a Filiberto Beltrán y llevo la camioneta al taller del Gallego Bella y le dicen bueno Beltrán hoy no te podemos sacar la camioneta porque tenemos mucho trabajo era viernes dice esto sale para el lunes, vienes el lunes a recogerla y se fue contento pues así no tenia que trabajar el fin de semana.
Cuando llega el lunes tenia puesto un timón igualito al izquierdo pero en el lado derecho después que vio aquello dijo:
-Me fastidiaron, los mecánicos, está bien ganaron ustedes.
Salió en su camioneta a trabajar enseguida vio a una vieja que le dijo que iba para Punta de Diamante y ella sorprendida le pregunto que para que utilizaba los dos timones el automáticamente le respondió que le daban unos ataques y que el otro timón era para que el que iba con él condujera el camión mientras se le pasaba, yo le aviso porque se cuando me van a dar los ataques y ella le pregunta como es que le dan, y el respondió me entra un picazón en la cabeza y en la barriga.
Cuando iban por la mitad del camino ya a la vieja se le había olvidado aquella conversación porque comenzaron a hablar de otras cosas y al poco rato comienza el a arrascarse la barriga y la cabeza y la señora asustada e dice:
- Oiga señor déjeme aquí mismo, ahora mismo, que nos vamos a matar.
En busca del hijo varón
Margot Beltrán: “Todo lo que él hacia le daba gracia a la gente y se reían a veces sin proponérselo, por ejemplo llegaba a la casa de algún lugar y enseguida nos llamaba y nos decía tu sabes lo que sucedió esto lo otro y así nos contaba lo que le había ocurrido y nos reíamos puesto que nos contaba aquello para que viéramos lo que había sucedido, eso era como para hacernos participes de lo que le había ocurrido a él con un vecino o con alguna persona aunque el no la conociera.
El quería tener un hijo varón y eso es parte de los cuentos que el nos realizaba y entonces allá en El Purial había un isleño, que tenia una vaca la cual le parió dos terneros jimagua, y tenia dos pares de hijos jimaguas varones, entonces el dijo que iba a llevar a Nena su esposa a ver si le cogia un parto. Papá velo al isleño un día que iba para el pueblo pues cerca de la casa había un camino por el cual este hombre tenia que pasar, él lo aborda y le dice que si le podía hacer un favor, el isleño le pregunta que favor y papa le dice, chico yo me entere que tu tienes cuatro hijos varones producto de dos partos jimaguas, y la vaca también te parió dos terneros, yo tengo tres hijas hembras y esperé seis años para preñar la mujer a ver si me salía un varón y me volvió a salir hembra, chico a ver de que manera tu me puedes preñar la mujer para tener un hijo varón y el isleño le metió las espuelas al caballo y le dijo usted lo que es un depravado.
Los tenis de de Beltrán
Magalys Beltrán: “Bueno con los tenis grandes de mi papá paseamos todas los carnavales, yo recuerdo que una vez fuimos al coopelia de Santa Clara recién inaugurado y se hacían unas colas tremendas, y hacía mucho frío, fuimos a buscar a Margot que estaba en la universidad y el llevaba los tenis en la camioneta pero nosotros no lo sabíamos, nos dijo vayan marcando la cola que voy a parquear la camioneta, veíamos que se demorada mucho y era que se estaba calzando los tenis con trapos viejos.
Cuando llegó a la punta de la cola le dijo al portero que lo dejara pasar que tenia un dolor en los pies, inmediatamente el portero se los miró y enseguida lo dejo pasar, imagínense se le veían hinchados y se sentó y comenzó a mover los pies y nos hacia muecas como quien dice sigan haciendo cola ustedes que ya yo estoy tomado helados jajajjaja.
El narrador de béisbol
Dulce María Beltrán: “El era muy aficionado al béisbol, iba hasta alos juegos de manigua, recuerdo que aquí en Cabaiguán había un pelotero que se llamaba Wenceslao Lara y el equipo de Cabaiguán iba perdiendo con el de Santa Clara tres por cero y se habían llenado las bases, le dijo ven acá Wenceslao ponte el traje de pelota y ven para que batees y le quitó al narrador el micrófono para narrar el momento dramático aquel y cuando se paro el bateador dice: Bueno en estos momentos el bateador emergente al bate Wenceslao Lara todos atentos viejas y jovencitas al tolete de Wenceslao.
Beltrán en la radio local
Mirtha Beltrán: “El tenia que buscar fuera de su finca la manera económica para mantener a su familia y todos los años por octubre noviembre se iba para el Escambray en busca de lechones para engordarlos un poquito con vistas al fin de año.
El se llegaba a la emisora que había en el pueblo y le decía a Anguito, dueño y locutor de la planta radial: Yo te voy a dar un lechón y tu me le tienes que hacer propaganda de que yo tengo puercos para poder venderlos, entonces, lo que bajaba para allá era un fenómeno a veces tuvo que vender la puerca paridora
Margot Beltrán: Una vez se hizo un concurso en la emisora buscando el poeta o el repentista y él se presentó, aquella noche habían varios concursantes, había que cantar una décima, detrás del cristal miraban muchas personas, el premio eran cinco pesos y una maquina de afeitar y el ganador lo definía el público por aplausos, el cantó una prosa que nada tenía que ver con una décima, decía unas cosas cómicas y un señor que había cantado de lo mas bonito un décima comenzó a hablar cosas de mi papá que al final se llevó el premio de la popularidad .
Pero al otro día él tenía que ir a Trinidad a buscar puercos y llega a una casa donde él conocía al dueño de la misma, pero no a la mujer y llega y mi papá le pregunta ¿señora usted oye los poetas? y ella le dijo: los oía hasta ayer porque ahí cantó un señor llamado Beltrán que fue el ganador del concurso y sin embrago había otro que cantó mejor que él y no se ganó el premio, el hombre de la casa le dice oye fulana tu sabes quien es el hombre que cantó ayer en la radio, dice ella quien sea, no servía, pues mira, es este señor.
Decía que la mujer bajo la cabeza y no hallaba donde meterse del tiro se metió para la cocina y no salio más”.
Filiberto el padre ejemplar.
Mirtha Beltrán: “Nosotros nos hemos sentido contentos tanto del papá como de la mamá que tuvimos, mi papá fue un padre ejemplar porque mucha gente conoce lo simpático pero no saben de la integridad moral, de su participación en la guerra revolucionaria, fue un hombre valiente dió demostraciones de tener entereza, en una ocasión me dijo nunca permita que se reían de usted y yo le dije, pero papi si de ti se ríen cantidad, me respondió no la gente se ríe de lo que yo digo, que no es lo mismo”.
Margot Beltrán: “Él con nosotros fue muy cariñoso, juguetón, nosotros lo mimábamos mucho lo teníamos como su hubiese sido un muchacho para jugar porque él se prestaba para eso siendo nosotros pequeñas y nos encantaba salir con el a pasear o hacer visitas como éramos campesinas solo hacíamos visitas nos sentíamos bien y disfrutábamos su compañía”.
La muerte de Filiberto Beltrán, privo a Cabaiguán de un personaje popular que supo imponer respeto y hacer reír con las ocurrencias, pero su legado está ahí forma parte del patrimonio inmaterial de este pueblo que sigue riendo con sus ocurrencias
Ubaldo Pérez: El pastor de las letras
Por: Aramis Fernández Valderas
Me apenan las piedras
porque siempre son un obstáculo en el camino,
siempre serán un obstáculo en el camino,
me apenan las piedras algún día serán polvo.
Ubaldo Pérez Hernández es un hombre que no termina de reunir sus desastres, en la piel donde se esconden sus locuras, siente como la angustia existencial tensa la cuerda del arco para hacer de estos poemas flechas que buscan el espacio y trascienden mas allá de si mismos, de la preocupación cotidiana por los conflictos de Cabaiguán, el país y el universo; en medio del caos el poeta indaga y concluye: “Importante será cada palabra que pueda abrir una ventana”.
“Todo lo que se haga con amor es posible, yo creo que lo fundamental en la vida es el amor, se puede estar criando carneros y a la vez escribir por lo que uno se siente útil, escribo por autodidacta aquí corriendo detrás de los carneros.
Ubaldo Pérez Hernández, nació en Cabaiguán en 1954, entre sus distinciones se encuentran los premios de poesía, Enrique Hart Dávalos, Rubén Martínez Villena, Abel Santamaría y primer accesi en el Bustar Viejo de España, ha publicado en revistas, periódicos, en las antologías todo el Amor en décimas de la Editorial Benchomo en Islas canarias y Vuelo de abejas en la Editorial Luminaria en el 2002, colaboró con los suplementos humorísticos Dedeté, Palante y Melaito, su libro de poesía para niños Con nubes de azúcar fina de Luminaria 2001, resulto ganador del concurso Lazarillo en el 2004 en España, además se le concedió el premio Internacional Misael Valentíno.
“La escritura me viene a mí desde que era un niño, un día se me dio la oportunidad de acercarme a personas que escribían en el taller literario de aquí de Cabaiguán, un grupo ya de personas maduras que me ayudaron en cuanto a mis inquietudes, pues cuando uno empieza como dice el dicho, comienza ciego. Integro el taller literario en 1967 pero ya hacia algún tiempo que leía libros
¿Recuerda el primer libro que leyó?
“Lo primero que leí fue Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer”.
Un libro muy maduro para usted a pesar de la edad que tenía.
“Si pero lo asimile y seguí leyendo la obra de Gustavo Adolfo Bécquer, y todos esos escritores de la generación romántica y después fui pasando a otros escritores de distintos géneros cada día fui leyendo mas, nutriéndome mas”.
Los buñuelos y torrejas que mi abuela nos traía
cuando la lluvia volvía a envolver con sus madejas,
caballete, guano, tejas, el trillo, la guardarraya,
el viento que se desmaya en su loco descontento,
es el fin de un viejo cuento cuando mi abuela se calla.
Recodo, surco, camino, codornices y palomas,
el manantial y las lomas el gallo giro y el fino,
el sinsonte con su trino,
mi abuela entre los jagüeyes,
la Ceiba, los curujelles
y la lluvia en su regreso
son el camino y un beso en los ojos de los bueyes.
La cocina el palomar, la salvia, la ciguaraya,
el humo que se desmaya y casi me hace llorar,
el viento tiende a cambiar,
pasa vuelve y estrena una canción con un violín no soñado.
Mi abuelita ha regresado, se me vuelve una colmena.
Entre anones y mameyes , naranjas y mandarinas,
descalza entre las espinas me enseño a enyugar mis bueyes
a buscar los curujelles y la tarde que soñaba
la mas fina caña brava para mi nuevo cometa
y la luna tan inquieta que a veces nos desvelaba”
“Yo considero que al hombre hay que darle lo mejor, la poesía para niños es muy delicada y hay que darle lo mejor, no usar tanto el diminutivo, ya el niño no vive en una caja de cristal, estamos viviendo otros tiempos, la literatura es como el tiempo que va cambiando, son las mismas palabras con diferencias de ideas, hay que proyectarse en otra manera
Decía Lesama Lima que para que un poeta fuera poeta tenia que leer por lo menos 1600 libros.
“Pero yo creo que ya pase esa cifra por que yo he leído desde Manrique, López de Vega, Guillén. Lo he buscado gracias a la Revolución aquí el que no posea cultura es porque no quiere, no tengo titulo pero tuve la oportunidad de leer mucho puesto que todo la Revolución me puso en mis manos sin animo de politiquería”.
Ubaldo conoce el compromiso que un poeta contrae con la sociedad, la poseía debe reflejar épocas históricas, constituyen verdaderos archivos donde las futuras generaciones deben hurgar para comprender el pasado.
“Yo siempre tuve el concepto de crear y creer que un escritor debe dejar entrever en sus poesías el sistema social donde se mueve, porque en realidad, por ejemplo: ¿Quién dejaría los testimonios del Período Especial en Cuba, de las cocinas de leña, del humo que estas desprendían, los trabajos que ha pasado el pueblo?, ¿Quién dejaría testimonios de esta situación económica en que hemos vivido?. Había que hacerlo, y explicar bien lo que ha vivido el pueblo y esa es la principal función de un poeta reflejar la realidad que vive, morir en pos de la verdad.
Ubaldo Hernández ha realizado los oficios más humildes, Pastoreo de carneros y cerdos, guardia nocturno, y jardinero.
“Yo estaba ejerciendo como jardinero aquí en Cabaiguán y el padre Jesús, el cura del pueblo me manda a buscar para que le hiciera un trabajo y en realidad el puso las plantas y yo le dije entonces, donde almuerzo, me dijo, almuerzas conmigo Ubaldo. Esta bien le dije, después continué realizando el trabajo de jardinería allí y paso el tiempo y como a las 11 de la mañana le pregunte a la cocinera que a que hora almorzaba el cura y me dijo que la 1 y 30 de la tarde, pero yo seguía intranquilo por el olor que se desprendía de aquellos calderos y se lo pregunte reiteradamente.
Allí en el almuerzo me bajo la musa y escribí el poema “A la Una y media el almuerzo del cura”, poema que fue un problema que yo lo leo en el taller literario y hubo una persona que se lo dice al cura y este me manda a buscar y me pregunta que si el es el único que almuerza en este pueblo a la una y media de la tarde era él y yo le contesto que lo utilice como un medio local, pues el cura simboliza algo concerniente a la localidad”
“Mi pueblo es un espejismo entre dos aguas,
cuanto miran al cielo ustedes, nosotros,
deshojando todo lo que se va entre el sudor y las lagrimas,
el ruido de una noche que acuna la escarcha,
a la una y media almuerza el cura.
Me aferro al cielo a su abrigo azul que me calma el frío,
me figuro a la virgen, sus promesas,
mañana el huracán será el fulgor de un adiós que el viento ignora indecisas palomas sobre la arena
y las remotas palidez de las estatuas al borde de los precipicios.
La ciudad es un enigma extraño inmenso ante los sueños.
Los resultados de Ubaldo en las letras no le envanecen, recuerda sus inicios en el semanario humorístico Melaito.
“Queda una nostalgia grande un recuerdo muy lindo que fueron mis primeros pasos en la literatura, siempre que yo escribía un suplemento para Melaito y me lo publicaban en Palante, me creía que era el escritor mas importante del mundo ahí fue cuando tomo el mundo me empezó a conocer y a leer mis publicaciones yo me firmaba Ubaldo Cabaiguán allí publiqué miles y miles de trabajos humorísticos como “Buscando una suegra”, “Aquellos ojos verdes” , critique mucho los bares, hable mucho de las croquetas, fue un tiempo muy lindo”
El trabajo cotidiano que realiza Ubaldo en la crianza de los carneros y los cerdos, sus guardias nocturnas en la sala de fisioterapia, pueden parecer reñidos con la poesía que fabrica encima de las piedras, mirando el árbol seco o conversando con sus compañeros que entienden poco de la métrica.
“El escritor no se crea el mismo, el escritor lo crea la propia vida, lo hace la vida, yo he pasado por varios centros de trabajo he sido guardia, trabaje en el cementerio, jardinero, trabaje en el parque de diversiones, pero siempre que sembraba una planta yo escribía algo relacionado con esa planta; porque era una necesidad que tenia de escribir, le escribía a las flores a los árboles, en mis trabajos se gesta una mezcla de conceptos de la naturaleza, de amor, de cuidado a esta.
¿Cómo es que llega el verso a Ubaldo?
“En momentos he querido dejar de escribir porque me asedia pero es una necesidad la que tengo que siempre tengo que dedicar tiempo para realizarlo, de noche la poesía me persigue y tengo que sentarme a escribir es algo que no esta programado es algo raro, ella te asalta, a veces no tengo deseos de escribir y me toma y tengo que hacerlo por que te invita, te busca y te cuestiona”.
¿Cómo ven tus compañeros de trabajo a Ubaldo?
“Mis compañeros de trabajo me ven como un ser raro, me ven como un loco, bueno en realidad todos los poetas tienen cierta venita de loco, no son perfectos pero en realidad no considero que sean locos sino que tienen ese don que le dio la naturaleza para a través de las letras ilustrar la realidad que vive esa persona, pues la poseía es una cosa que me acosa, me llena, me tumba, a mi me nacen los sonetos arriba de un boniatal”.
Si este parque tuviera solo un nombre
“Si este parque tuviera solo un nombre
y las hojas me vieran la inocencia
dejando el nacimiento de tu ausencia
jugándome la hombría de ser hombre.
Si este parque de olvido, he de olvidar
y dios me pusiera ante tú enojo
me encontraría el invierno que no cojo,
buscarte la angustia que me ampara.
En el ir y venir donde a menudo
volveré a soñar aquel instante
besándote de nuevo no lo dudo
ojala que este parque en lo adelante
me deje este recuerdo así desnudo;
de tenerte tan cerca y tan distante.
Me apenan las piedras
porque siempre son un obstáculo en el camino,
siempre serán un obstáculo en el camino,
me apenan las piedras algún día serán polvo.
Ubaldo Pérez Hernández es un hombre que no termina de reunir sus desastres, en la piel donde se esconden sus locuras, siente como la angustia existencial tensa la cuerda del arco para hacer de estos poemas flechas que buscan el espacio y trascienden mas allá de si mismos, de la preocupación cotidiana por los conflictos de Cabaiguán, el país y el universo; en medio del caos el poeta indaga y concluye: “Importante será cada palabra que pueda abrir una ventana”.
“Todo lo que se haga con amor es posible, yo creo que lo fundamental en la vida es el amor, se puede estar criando carneros y a la vez escribir por lo que uno se siente útil, escribo por autodidacta aquí corriendo detrás de los carneros.
Ubaldo Pérez Hernández, nació en Cabaiguán en 1954, entre sus distinciones se encuentran los premios de poesía, Enrique Hart Dávalos, Rubén Martínez Villena, Abel Santamaría y primer accesi en el Bustar Viejo de España, ha publicado en revistas, periódicos, en las antologías todo el Amor en décimas de la Editorial Benchomo en Islas canarias y Vuelo de abejas en la Editorial Luminaria en el 2002, colaboró con los suplementos humorísticos Dedeté, Palante y Melaito, su libro de poesía para niños Con nubes de azúcar fina de Luminaria 2001, resulto ganador del concurso Lazarillo en el 2004 en España, además se le concedió el premio Internacional Misael Valentíno.
“La escritura me viene a mí desde que era un niño, un día se me dio la oportunidad de acercarme a personas que escribían en el taller literario de aquí de Cabaiguán, un grupo ya de personas maduras que me ayudaron en cuanto a mis inquietudes, pues cuando uno empieza como dice el dicho, comienza ciego. Integro el taller literario en 1967 pero ya hacia algún tiempo que leía libros
¿Recuerda el primer libro que leyó?
“Lo primero que leí fue Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer”.
Un libro muy maduro para usted a pesar de la edad que tenía.
“Si pero lo asimile y seguí leyendo la obra de Gustavo Adolfo Bécquer, y todos esos escritores de la generación romántica y después fui pasando a otros escritores de distintos géneros cada día fui leyendo mas, nutriéndome mas”.
Los buñuelos y torrejas que mi abuela nos traía
cuando la lluvia volvía a envolver con sus madejas,
caballete, guano, tejas, el trillo, la guardarraya,
el viento que se desmaya en su loco descontento,
es el fin de un viejo cuento cuando mi abuela se calla.
Recodo, surco, camino, codornices y palomas,
el manantial y las lomas el gallo giro y el fino,
el sinsonte con su trino,
mi abuela entre los jagüeyes,
la Ceiba, los curujelles
y la lluvia en su regreso
son el camino y un beso en los ojos de los bueyes.
La cocina el palomar, la salvia, la ciguaraya,
el humo que se desmaya y casi me hace llorar,
el viento tiende a cambiar,
pasa vuelve y estrena una canción con un violín no soñado.
Mi abuelita ha regresado, se me vuelve una colmena.
Entre anones y mameyes , naranjas y mandarinas,
descalza entre las espinas me enseño a enyugar mis bueyes
a buscar los curujelles y la tarde que soñaba
la mas fina caña brava para mi nuevo cometa
y la luna tan inquieta que a veces nos desvelaba”
“Yo considero que al hombre hay que darle lo mejor, la poesía para niños es muy delicada y hay que darle lo mejor, no usar tanto el diminutivo, ya el niño no vive en una caja de cristal, estamos viviendo otros tiempos, la literatura es como el tiempo que va cambiando, son las mismas palabras con diferencias de ideas, hay que proyectarse en otra manera
Decía Lesama Lima que para que un poeta fuera poeta tenia que leer por lo menos 1600 libros.
“Pero yo creo que ya pase esa cifra por que yo he leído desde Manrique, López de Vega, Guillén. Lo he buscado gracias a la Revolución aquí el que no posea cultura es porque no quiere, no tengo titulo pero tuve la oportunidad de leer mucho puesto que todo la Revolución me puso en mis manos sin animo de politiquería”.
Ubaldo conoce el compromiso que un poeta contrae con la sociedad, la poseía debe reflejar épocas históricas, constituyen verdaderos archivos donde las futuras generaciones deben hurgar para comprender el pasado.
“Yo siempre tuve el concepto de crear y creer que un escritor debe dejar entrever en sus poesías el sistema social donde se mueve, porque en realidad, por ejemplo: ¿Quién dejaría los testimonios del Período Especial en Cuba, de las cocinas de leña, del humo que estas desprendían, los trabajos que ha pasado el pueblo?, ¿Quién dejaría testimonios de esta situación económica en que hemos vivido?. Había que hacerlo, y explicar bien lo que ha vivido el pueblo y esa es la principal función de un poeta reflejar la realidad que vive, morir en pos de la verdad.
Ubaldo Hernández ha realizado los oficios más humildes, Pastoreo de carneros y cerdos, guardia nocturno, y jardinero.
“Yo estaba ejerciendo como jardinero aquí en Cabaiguán y el padre Jesús, el cura del pueblo me manda a buscar para que le hiciera un trabajo y en realidad el puso las plantas y yo le dije entonces, donde almuerzo, me dijo, almuerzas conmigo Ubaldo. Esta bien le dije, después continué realizando el trabajo de jardinería allí y paso el tiempo y como a las 11 de la mañana le pregunte a la cocinera que a que hora almorzaba el cura y me dijo que la 1 y 30 de la tarde, pero yo seguía intranquilo por el olor que se desprendía de aquellos calderos y se lo pregunte reiteradamente.
Allí en el almuerzo me bajo la musa y escribí el poema “A la Una y media el almuerzo del cura”, poema que fue un problema que yo lo leo en el taller literario y hubo una persona que se lo dice al cura y este me manda a buscar y me pregunta que si el es el único que almuerza en este pueblo a la una y media de la tarde era él y yo le contesto que lo utilice como un medio local, pues el cura simboliza algo concerniente a la localidad”
“Mi pueblo es un espejismo entre dos aguas,
cuanto miran al cielo ustedes, nosotros,
deshojando todo lo que se va entre el sudor y las lagrimas,
el ruido de una noche que acuna la escarcha,
a la una y media almuerza el cura.
Me aferro al cielo a su abrigo azul que me calma el frío,
me figuro a la virgen, sus promesas,
mañana el huracán será el fulgor de un adiós que el viento ignora indecisas palomas sobre la arena
y las remotas palidez de las estatuas al borde de los precipicios.
La ciudad es un enigma extraño inmenso ante los sueños.
Los resultados de Ubaldo en las letras no le envanecen, recuerda sus inicios en el semanario humorístico Melaito.
“Queda una nostalgia grande un recuerdo muy lindo que fueron mis primeros pasos en la literatura, siempre que yo escribía un suplemento para Melaito y me lo publicaban en Palante, me creía que era el escritor mas importante del mundo ahí fue cuando tomo el mundo me empezó a conocer y a leer mis publicaciones yo me firmaba Ubaldo Cabaiguán allí publiqué miles y miles de trabajos humorísticos como “Buscando una suegra”, “Aquellos ojos verdes” , critique mucho los bares, hable mucho de las croquetas, fue un tiempo muy lindo”
El trabajo cotidiano que realiza Ubaldo en la crianza de los carneros y los cerdos, sus guardias nocturnas en la sala de fisioterapia, pueden parecer reñidos con la poesía que fabrica encima de las piedras, mirando el árbol seco o conversando con sus compañeros que entienden poco de la métrica.
“El escritor no se crea el mismo, el escritor lo crea la propia vida, lo hace la vida, yo he pasado por varios centros de trabajo he sido guardia, trabaje en el cementerio, jardinero, trabaje en el parque de diversiones, pero siempre que sembraba una planta yo escribía algo relacionado con esa planta; porque era una necesidad que tenia de escribir, le escribía a las flores a los árboles, en mis trabajos se gesta una mezcla de conceptos de la naturaleza, de amor, de cuidado a esta.
¿Cómo es que llega el verso a Ubaldo?
“En momentos he querido dejar de escribir porque me asedia pero es una necesidad la que tengo que siempre tengo que dedicar tiempo para realizarlo, de noche la poesía me persigue y tengo que sentarme a escribir es algo que no esta programado es algo raro, ella te asalta, a veces no tengo deseos de escribir y me toma y tengo que hacerlo por que te invita, te busca y te cuestiona”.
¿Cómo ven tus compañeros de trabajo a Ubaldo?
“Mis compañeros de trabajo me ven como un ser raro, me ven como un loco, bueno en realidad todos los poetas tienen cierta venita de loco, no son perfectos pero en realidad no considero que sean locos sino que tienen ese don que le dio la naturaleza para a través de las letras ilustrar la realidad que vive esa persona, pues la poseía es una cosa que me acosa, me llena, me tumba, a mi me nacen los sonetos arriba de un boniatal”.
Si este parque tuviera solo un nombre
“Si este parque tuviera solo un nombre
y las hojas me vieran la inocencia
dejando el nacimiento de tu ausencia
jugándome la hombría de ser hombre.
Si este parque de olvido, he de olvidar
y dios me pusiera ante tú enojo
me encontraría el invierno que no cojo,
buscarte la angustia que me ampara.
En el ir y venir donde a menudo
volveré a soñar aquel instante
besándote de nuevo no lo dudo
ojala que este parque en lo adelante
me deje este recuerdo así desnudo;
de tenerte tan cerca y tan distante.
Compay Segundo encontró su gran amor en Cabaiguán
Por: Aramis Fernández Valderas
Nunca pensó Compay Segundo que la rotura del tren en que viajaba en Placetas le fuera a venir como anillo al dedo, cuando tomo una de las calles del poblado vio asomada a la ventana a una muchacha tan linda que le puso Chan Chan en las venas y si hubiese andado con la armónica, de seguro que ahí mismo le hubiera compuesto una canción.
No era Macusa, la joven santiaguera que le traía revuelta la cabeza, sino Ana labrada Martínez, quien estaba de visita en ese poblado villaclareño, pero que residía en la zona rural del Purial, por acá por Cabaiguán.
El asunto es que como Compay tenía sangre caliente, ahí mismo le lanzo los piropos y ambos quedaron prendidos, hasta que regresó en busca de Ana para con ella conformar la gran familia Repilado Labrada, que tiene sabor a música y de la buena.
Pero no solo nace una familia nueva, sino la expande porque Compay quería tanto a los Labradas que nunca tuvo diferencias entre estos y sus progenitores, por eso el era y es adorado aún por los descendientes de este apellido en el municipio.
Sin embargo, siempre existe alguien muy especial y esa fue su cuñada Josefina Labrada Martínez, residente en la actualidad en el barrio de la refinería, ambos armonizaron la amistad y el cariño de forma tal que en una de sus visitas de enamoramiento le compuso la canción titulada; Mi Calderito.
Ayer salió Josefina
A buscar su buen caldero
En casa de una vecina
Pa’ tostar un buen café.
Así comienza el texto, en el cual recoge nombres de vecinos del barrio, muestra de que Compay no solo se relacionaba con los Labrada Martínez, sino como hombre sumamente popular , también se vinculaba con el vecindario, amen de las licencias poéticas que como recursos pudiera emplear.
No, estaba en casa de Eugenia
Ni estaba en casa de Antonia
El caldero se ha perdido
Lo tienen otras personas.
En esta estrofa también se refleja el modo de vida agrario de aquel tiempo en el que todo el mundo compartía lo que tenía, al fin y al cabo, no se donde Josefina pudo encontrar el cardero, pero si me han contado, personas cercanas a ella y a Compay, que esta cuñada, era su mayor confianza hasta que exhaló el eminente músico su último suspiro, quien seguía siendo de Cueto, de Macana, de Santiago, un cubano relloyo y un cabaiguanense por adopción.
El Cepillo Negro de Cabaiguán
Por: Aramis Fernández y Daisy martín Ciriano (Museóloga)
Recordar, es volver a vivir y también hacer que los que ya no están, no queden en el olvido.
Por las calles de Cabaiguán siempre han transitado los carretones cargados unas veces de viandas, enseres domésticos o de productos del agro y también los coches cargados de pasajeros. Dos medios de transportación tirados por caballos.
Cuando hablamos de carretoneros célebres o más recordados, nos llega a la memoria un personaje que trasciende en el recuerdo hasta nuestros días por su carismática personalidad.
Tal vez si mencionamos el nombre de Roberto Morel Morel en este pueblo, nadie sepa a quien nos referimos, pero si se nombra al Cepillo Negro, le reconocen y le vinculan con su carretón y su mula Caruca.
Antes de que Cepillo tuviera un carretón trabajó como empleado del calzado en el taller de Reparaciones de la ciudad, fue auxiliar de bomberos y cederista destacado.
Hay tantas anécdotas del tránsito de Cepillo con su carretón prestando servicios, unas veces gratis, otros pagados, pero siempre orientando con voz baja y desde el volante a la vieja mula, que parecía entenderlo.
-Caruca; pa la derecha que viene un tractor; Caruca; aguante en el ferrocarril y mira pa los lados que nos hace tortilla el tren; Caruca; hoy no nos toca el baño.
Los chicos del pueblo le gritaban, ¡Cepillo!, tranquilamente los miraba e interiormente agradecía que le llamaran. Con dificultad se leía la identificación de su carretón: “Cepillo, el Complaciente” tal parece que el letrero tenía un siglo de pintado,, pero no era tan viejo, sino que había llovido mucho sobre él.
La fotutera: ¿Tradición?
Por: Aramis Fernández Valderas
Casi nunca se supo quien los trajo del remoto mar, eran grandes pesados estos caracoles que se instalaron en la sitieria de mi infancia. En algunas fincas de cabaiguán se utilizaron a manera de invitación para que almorzaran los labriegos sudorosos, harina caliente, frijoles cuajados yuca tierna y blanda.
También por estos lugares el caracol marino pone en estrés a los maridos cornudos, rinde homenaje a los viudos que encuentran pareja y une a los divorciados, sin embargo no fue este motivo el que dio origen al toque de los fotutos; según cuenta la Filóloga y Escritora del Municipio Marlene Emelia García Pérez.
“Los aborígenes cubanos también utilizaban el fotuto para comunicarse y como instrumento musical, este legado llegó a los conquistadores y persistió y en el campo cubano, se utilizaba para avisar en las grandes haciendas ganaderas, las tabacaleras posteriormente a los trabajadores que es la hora del desayuno, la hora del almuerzo, que es la hora de la comida es decir que es un largo uuuuuuuuuuu, le avisaba a los trabajadores que era la hora de comer, también en el caso de un incendio los vecinos se avisaban unos a otros con el toque de fotutos y todo el vecindario pues salía ayudar al afectado”.
Antecedentes de la fotutera
Aunque el toque de fotuto ya se empleaba por los aborígenes, no fue hasta la llegada de los conquistadores españoles que surgieron las fotuteras, las cuales cobran vida en Cabaiguán con el arribo de los inmigrantes canarios a inicios del siglo pasado.
Al respecto Marlene señala: “El uso que tiene el fotuto en estos momentos ya no es ni para avisar a la gente venga a almorzar, no es para avisar de incendio, sino que persiste una tradición llegada de Europa, de Europa pasa a Canarias y según los estudios pasa a Cuba y se le conoce con el nombre de Cencerradas debido a la utilización de un cencerro.
El escrito Juan Ramón Jiménez en la obra “Platero y Yo” señala:
“Ya sabes que Doña Camila es tres veces viuda y que tiene 60 años y que Satanás viudo también, aunque una sola vez, a tenido tiempo de consumir el mosto de 70 vendimias, habrá que oírlos esta noche detrás de los cristales de la casa cerrada viendo y oyendo su historia y la de su nueva esposa en efigie y romance.
Tres días Platero durara las cencerrada luego cada vecina se ira llevando del altar de la plazoleta ante el que alumbradas las imágenes bailan los borracho lo que es suyo, luego seguirá unas noches mas el ruido de los chiquillos, al fin solo quedaran la luna llena y el romance”.
Fotuteros y testigos
Jesús Rojas Portal conocedor de la cultura campesina en el municipio expresa “Habitualmente siempre eso se utilizó en la zona de campo cuando se separaba una pareja por algunas razones y al tiempo cuando ellos volvían a reconciliarse, entonces se reunían todos los campesinos que vivían a su alrededor y tocaban el fotuto, cuando un hombre se casaba con una divorciada que la traía para la casa esa noche también se tocaba fotuto”.
Suelen protagonizar estas acampadas musicales los jóvenes de las zonas agrarias, casi todos solteros en el colmo de la energía durante la jornada diurna o en rápidas visitas en lomo de caballo se ultimaban los detalles para que el coro de caracoles este listo y resulte cada vez mas nutrida la algarabía, casi nunca los fotuteros avanzan de manera uniforme, ellos se disgregan por las malezas, dicen los campesinos que comienzan a llamarse el uno al otro con toques aislados: De fotuteras cada cual tiene su historia.
Ramón Díaz; un campesino ya jubilado asistió a muchas fotuteras: “En el tiempo que viví en el campo escuche muchas fotuteras, no solo en el área que yo vivía sino para las lomas mas alejadas de mi casa pero no me perdía una era quizás la única manera de distracción que tenía la juventud”.
La hora del fotutazo
El asunto suele enredarse cuando aplicando una especie de inciso en el código de los fotutos se le tocaba a una pareja que se separa y se vuelve a juntar, resulta lógico que no es lo mismo encontrase hechizado por una nueva relación que enfrascado en la complicada misión de reparar un matrimonio con agujeros y torceduras, las posibilidades de puerta tercamente cerrada y hasta de algún insulto o acción mayor aumentan, cuando las idas y vueltas se hacían reiteradas y la negativa de una noche arrastrar nuevos instrumentistas. En algunos sitios de Cabaiguán se mantiene la tradición así sucede en la zona de Potrerillo aunque no es la única del municipio.
Marlene E. García, apunta: “Este tipo de actividad se realiza por la noche después de las 10.00 pm, las 11.00 pm ó las 12.oo m puede durar varios días, si el afectado no toma medidas. Las medidas mas comunes son salir con un machete, a piedra o en el caso de la gente que no quiere mas escándalo mas problemas pues invitan a los fotuteros a una comida, o a tomarse una botella de ron, o le dan dinero para que se vayan a comer y a tomar.
Eugenio García, promotor cultural del Consejo Popular de Potrerillo y fotutero dice: “En la comunidad de Vega del Paso, Cuarto de Tierra, Las Tapias aun se conserva la tradición de tocar fotutos”.
¿Tú también eres fotutero?
“Yo toco fotuto pero de otra manera, la parte de la boquilla de un saxofón, eso es con lo que yo toco, pero existen personas que lo que utilizan es el caracol marino que lo meten en agua el día anterior para que coja la fuerza que lleva el fotuto”.
Opiniones encontradas
Las fotuteras dividen las opiniones entre los cabaiguanenses unos las ven como tradiciones que deben conservarse, otros no le dan mucha importancia y las consideran como algo común, pero existen quienes las valoran como una intromisión en los asuntos personales.
García Pérez da el siguiente punto de vista “Eso es una tradición campesina e independientemente de la afectación que trae, de las molestias, de los corre corre y de las comelatas, obligadas, que a veces, debe ofrecer el afectado para poder callar la fotutera, repito que es una tradición campesina, porque la mayor parte de las viviendas en el campo. antiguamente tenían un caracol en sus casas ya sea en el guano o la canal, porque lo utilizaban diariamente para llamar a los trabajadores”.
Javier Méndez, fotutero añade “Eso tiene miles de años, siempre se ha dicho que el fotuto se toca cuando las mujeres traicionan al marido, este esta herido sentimentalmente y por la noche se le toca el fotuto, también cuando la mujer mete otro marido en la casa y el hombre lo sabe y se hace el bobo, entonces por la noche se le hace una jalada de fotutos, eso es una tradición. En Cabaiguán donde más se toca el fotuto es en los barrios: El Quimbo, La Faja de la Línea y El Paraíso”.
Marisol García: “Yo recuerdo que de niña en el campo donde estaba pasando unas vacaciones, la mujer le pegó los tarros al marido y los otros que también muchos de ellos eran bastante cabrones, empezaron a tocarle fotutos a media noche aquello sinceramente daba vergüenza, es algo denigrante, porque cada cual vive su vida como le da la gana si existen maridos que quieren aguantarle los tarros a las mujeres y quieren perdonárselo eso es problema de cada quien va y la mujer era buena en otras cosas, muchos de los que estaban tocando fotutos aquella noche según mi tía Ulla, habían aguantado mas tarros que aquel infeliz”.
Pedro cancio residente en el Barrio de la Faja de la Línea ha sido testigo de muchas fotuteras: “En las fotuteras puede existir de todo inclusive hasta los machetazos, hay personas que han salido lesionados por estos”.
Fotutera famosa
La filóloga Marlene E. García Pérez atestigua que: “Las fotutera más famosa efectuada en Cabaiguán fue la del Ingenito el 9 de octubre de 1943 cuando un grupo de canarios y otros trabajadores de esa finca le van a tocar fotutos a otro canario y este se subió encima de una guásima, esperó a que comenzaran a tocar y les fue arriba a tiros, hiere a unos de los fotuteros y mata a otro, Ruperto Machín Duque, se llamaba, era de Lanzarote. Bueno a raíz de ese asesinato se pensó que ya la gente no iba a tocar mas fotutos sin embargo todavía persiste la tradición en toda esta zona de Cabaiguán”.
Andan estos sonidos por lo mejor de mis recuerdos de juventud, se acomodan en los versos de las libretas rimadas de los poetas cabaiguanenses, la diferencia con los bardos, es que los tocadores de fotutos, no son artistas, ni siquiera aficionados a tiempo completo, sino recalcitrantes apasionados, defensores de una forma de música y humor que despeina de cuando en vez la rutina de siembras, almuerzos y atardeceres en la campiña de Cabaiguán.
Casi nunca se supo quien los trajo del remoto mar, eran grandes pesados estos caracoles que se instalaron en la sitieria de mi infancia. En algunas fincas de cabaiguán se utilizaron a manera de invitación para que almorzaran los labriegos sudorosos, harina caliente, frijoles cuajados yuca tierna y blanda.
También por estos lugares el caracol marino pone en estrés a los maridos cornudos, rinde homenaje a los viudos que encuentran pareja y une a los divorciados, sin embargo no fue este motivo el que dio origen al toque de los fotutos; según cuenta la Filóloga y Escritora del Municipio Marlene Emelia García Pérez.
“Los aborígenes cubanos también utilizaban el fotuto para comunicarse y como instrumento musical, este legado llegó a los conquistadores y persistió y en el campo cubano, se utilizaba para avisar en las grandes haciendas ganaderas, las tabacaleras posteriormente a los trabajadores que es la hora del desayuno, la hora del almuerzo, que es la hora de la comida es decir que es un largo uuuuuuuuuuu, le avisaba a los trabajadores que era la hora de comer, también en el caso de un incendio los vecinos se avisaban unos a otros con el toque de fotutos y todo el vecindario pues salía ayudar al afectado”.
Antecedentes de la fotutera
Aunque el toque de fotuto ya se empleaba por los aborígenes, no fue hasta la llegada de los conquistadores españoles que surgieron las fotuteras, las cuales cobran vida en Cabaiguán con el arribo de los inmigrantes canarios a inicios del siglo pasado.
Al respecto Marlene señala: “El uso que tiene el fotuto en estos momentos ya no es ni para avisar a la gente venga a almorzar, no es para avisar de incendio, sino que persiste una tradición llegada de Europa, de Europa pasa a Canarias y según los estudios pasa a Cuba y se le conoce con el nombre de Cencerradas debido a la utilización de un cencerro.
El escrito Juan Ramón Jiménez en la obra “Platero y Yo” señala:
“Ya sabes que Doña Camila es tres veces viuda y que tiene 60 años y que Satanás viudo también, aunque una sola vez, a tenido tiempo de consumir el mosto de 70 vendimias, habrá que oírlos esta noche detrás de los cristales de la casa cerrada viendo y oyendo su historia y la de su nueva esposa en efigie y romance.
Tres días Platero durara las cencerrada luego cada vecina se ira llevando del altar de la plazoleta ante el que alumbradas las imágenes bailan los borracho lo que es suyo, luego seguirá unas noches mas el ruido de los chiquillos, al fin solo quedaran la luna llena y el romance”.
Fotuteros y testigos
Jesús Rojas Portal conocedor de la cultura campesina en el municipio expresa “Habitualmente siempre eso se utilizó en la zona de campo cuando se separaba una pareja por algunas razones y al tiempo cuando ellos volvían a reconciliarse, entonces se reunían todos los campesinos que vivían a su alrededor y tocaban el fotuto, cuando un hombre se casaba con una divorciada que la traía para la casa esa noche también se tocaba fotuto”.
Suelen protagonizar estas acampadas musicales los jóvenes de las zonas agrarias, casi todos solteros en el colmo de la energía durante la jornada diurna o en rápidas visitas en lomo de caballo se ultimaban los detalles para que el coro de caracoles este listo y resulte cada vez mas nutrida la algarabía, casi nunca los fotuteros avanzan de manera uniforme, ellos se disgregan por las malezas, dicen los campesinos que comienzan a llamarse el uno al otro con toques aislados: De fotuteras cada cual tiene su historia.
Ramón Díaz; un campesino ya jubilado asistió a muchas fotuteras: “En el tiempo que viví en el campo escuche muchas fotuteras, no solo en el área que yo vivía sino para las lomas mas alejadas de mi casa pero no me perdía una era quizás la única manera de distracción que tenía la juventud”.
La hora del fotutazo
El asunto suele enredarse cuando aplicando una especie de inciso en el código de los fotutos se le tocaba a una pareja que se separa y se vuelve a juntar, resulta lógico que no es lo mismo encontrase hechizado por una nueva relación que enfrascado en la complicada misión de reparar un matrimonio con agujeros y torceduras, las posibilidades de puerta tercamente cerrada y hasta de algún insulto o acción mayor aumentan, cuando las idas y vueltas se hacían reiteradas y la negativa de una noche arrastrar nuevos instrumentistas. En algunos sitios de Cabaiguán se mantiene la tradición así sucede en la zona de Potrerillo aunque no es la única del municipio.
Marlene E. García, apunta: “Este tipo de actividad se realiza por la noche después de las 10.00 pm, las 11.00 pm ó las 12.oo m puede durar varios días, si el afectado no toma medidas. Las medidas mas comunes son salir con un machete, a piedra o en el caso de la gente que no quiere mas escándalo mas problemas pues invitan a los fotuteros a una comida, o a tomarse una botella de ron, o le dan dinero para que se vayan a comer y a tomar.
Eugenio García, promotor cultural del Consejo Popular de Potrerillo y fotutero dice: “En la comunidad de Vega del Paso, Cuarto de Tierra, Las Tapias aun se conserva la tradición de tocar fotutos”.
¿Tú también eres fotutero?
“Yo toco fotuto pero de otra manera, la parte de la boquilla de un saxofón, eso es con lo que yo toco, pero existen personas que lo que utilizan es el caracol marino que lo meten en agua el día anterior para que coja la fuerza que lleva el fotuto”.
Opiniones encontradas
Las fotuteras dividen las opiniones entre los cabaiguanenses unos las ven como tradiciones que deben conservarse, otros no le dan mucha importancia y las consideran como algo común, pero existen quienes las valoran como una intromisión en los asuntos personales.
García Pérez da el siguiente punto de vista “Eso es una tradición campesina e independientemente de la afectación que trae, de las molestias, de los corre corre y de las comelatas, obligadas, que a veces, debe ofrecer el afectado para poder callar la fotutera, repito que es una tradición campesina, porque la mayor parte de las viviendas en el campo. antiguamente tenían un caracol en sus casas ya sea en el guano o la canal, porque lo utilizaban diariamente para llamar a los trabajadores”.
Javier Méndez, fotutero añade “Eso tiene miles de años, siempre se ha dicho que el fotuto se toca cuando las mujeres traicionan al marido, este esta herido sentimentalmente y por la noche se le toca el fotuto, también cuando la mujer mete otro marido en la casa y el hombre lo sabe y se hace el bobo, entonces por la noche se le hace una jalada de fotutos, eso es una tradición. En Cabaiguán donde más se toca el fotuto es en los barrios: El Quimbo, La Faja de la Línea y El Paraíso”.
Marisol García: “Yo recuerdo que de niña en el campo donde estaba pasando unas vacaciones, la mujer le pegó los tarros al marido y los otros que también muchos de ellos eran bastante cabrones, empezaron a tocarle fotutos a media noche aquello sinceramente daba vergüenza, es algo denigrante, porque cada cual vive su vida como le da la gana si existen maridos que quieren aguantarle los tarros a las mujeres y quieren perdonárselo eso es problema de cada quien va y la mujer era buena en otras cosas, muchos de los que estaban tocando fotutos aquella noche según mi tía Ulla, habían aguantado mas tarros que aquel infeliz”.
Pedro cancio residente en el Barrio de la Faja de la Línea ha sido testigo de muchas fotuteras: “En las fotuteras puede existir de todo inclusive hasta los machetazos, hay personas que han salido lesionados por estos”.
Fotutera famosa
La filóloga Marlene E. García Pérez atestigua que: “Las fotutera más famosa efectuada en Cabaiguán fue la del Ingenito el 9 de octubre de 1943 cuando un grupo de canarios y otros trabajadores de esa finca le van a tocar fotutos a otro canario y este se subió encima de una guásima, esperó a que comenzaran a tocar y les fue arriba a tiros, hiere a unos de los fotuteros y mata a otro, Ruperto Machín Duque, se llamaba, era de Lanzarote. Bueno a raíz de ese asesinato se pensó que ya la gente no iba a tocar mas fotutos sin embargo todavía persiste la tradición en toda esta zona de Cabaiguán”.
Andan estos sonidos por lo mejor de mis recuerdos de juventud, se acomodan en los versos de las libretas rimadas de los poetas cabaiguanenses, la diferencia con los bardos, es que los tocadores de fotutos, no son artistas, ni siquiera aficionados a tiempo completo, sino recalcitrantes apasionados, defensores de una forma de música y humor que despeina de cuando en vez la rutina de siembras, almuerzos y atardeceres en la campiña de Cabaiguán.
Julito el Cerrajero; hombre de confianza en Cabaiguán
Por Aramis Fernández Valderas
Cabaiguán, 15 de nov Hace 15 años, Julio Meneses Sánchez se las arregla a diario para adivinar los pines de candados y cerraduras, limar llaves cortar muestras y auxiliar a cualquier vecino de Cabaiguán que se le extravía el llavero o se queda dentro luego de cerrar la puerta de su hogar.
Según http://es.wikipedia.org/wiki: “El cerrajero, tiene distintos tipos de conocimientos, desde abrir puertas y desmontar candados, hasta amaestrar una llave, lo que significa que con una sola se puedan abrir un determinado número de cerraduras, También se encarga de realizar copias de llaves y cambio de cerraduras”.
El cerrajero, es además un hombre al que se le tiene extrema confianza en el vecindario, este es el caso de Meneses Sánchez, quien es el único dedicado a este oficio en Cabaiguán.
Con una copiadora que está cerca de cumplir los 100 años en funcionamiento cada día se las ve con cerca de veinte clientes y un montón de cerrojos; “Porque la mayoría de las personas esperan a tener varios de estos tarecos rotos para visitarme”.
En un pequeño taller no mayor de dos metros cuadrados, Meneses dispone además de la longeva copiadora de un taladro “Del tiempo de María Can Can”, algunas limas bastante entraditas en años y una radio grabadora, medio destartalada, pero que según él. “Se oye clarito, clarito”.
Con 48 años recién cumplidos, Julio, sabe de la existencia de nuevas tecnologías para llevar a cabo su labor, pero esta acostumbrado al chirriar de la piedra esmeril la cual mueve con un motor de fabricación rusa y los caprichos de la copiadora, que aunque a punto de ser centenaria da la hora todavía y vivirá mucho más que las fabricadas en estos momentos.
Con poco tiempo para el descanso, cuando el cerrajero de Cabaiguán tiene un minuto libre lo dedica a otros de sus aficiones, como arreglar relojes, lavadoras y ollas eléctricas.
A pesar de ser multioficio, los moradores del municipio lo siguen reconociendo como Julito el Cerrajero y sobre todo como el hombre que guarda el secreto y jamás traiciona a sus clientes.
Kid Fichique: “La fiera de Cabaiguán”
Por Aramis Fernández Valderas y Daysi Martín Ciriano
Si a algún cabaiguanense se le ocurriera hacer una relación de grandes figuras locales que han escalado los podios cimeros en diferentes manifestaciones deportivas, tal vez se le escapara el nombre de Osvaldo Santiusti Izquierdo. No será por su falta de grandeza, sino porque para los habitantes de la localidad su trayectoria dentro del cuadrilátero local y nacional no se extendió durante mucho tiempo.
Procedente de una humilde familia laboró como empleado en la finca de Angelita Capirot. Allí se desempeñaba en las funciones de vaquero, pero resaltaba en su figura la existencia de una fuerza descomunal. Muy pronto se extendió entre los campesinos las características del fornido joven de tez oscura que además de ordeñar las vacas, también transportaba la leche hasta el pueblo sobre el lomo de un arria de mulas las que soltaba desde la misma puerta de la finca y éstas llegaban solas al poblado.
Un día a su tío se le ocurrió la idea de que Santiusti, por su fortaleza podía ser boxeador, pero por mucho que insistió al joven no le interesaba ese deporte. Solo una estrategia usada de forma intencional llevó de golpe a Santiusti a enfrentar al foráneo boxeador que lo desafiaba en el pueblo.
No poseía conocimiento técnico alguno, pero su pegada era fulminante y pocos podían rebasar de ella. Tuvo que aprender de forma muy rápida las estrategias fundamentales para la defensa y ataques. Se inició en el cuadrilátero con una contundente pegada que puso fuera de combate a su contrincante a pocos minutos de iniciado el pleito
Durante varios años fue para todos Kid Fichique, el boxeador invencible. Se convirtió Campeón Nacional en la división welter ligera. Logró discutir la corona en certámenes nacionales con “La Plancha” Díaz y con “Baby Cochet”.
Resultó durante varios años el rey de su división, hasta que finalmente perdió su condición de Campeón Nacional ante el estilista Luis Manuel Rodríguez, quien con su depurada técnica boxística logró vadear la fulminante pegada de este cabaiguanense.
Sus coterráneos aún le recuerdan y más aún cuando a 55 años de que el fotógrafo Peñayos tomara la impronta de su rostro, esta imagen que acompaña el texto como tributo de este pueblo a su memoria.
El Sabroso, personaje popular de Cabaiguán
Por: Aramis Fernández Valderas
Oscar Raurel, es un nombre muy de élite para una persona tan popular, además se cansaría de averiguar en Cabaiguán y jamás encontraría a la persona que así lo identificaron sus padres a la hora del nacimiento.
Sin embargo con solo indagar por Oscarito, El Sabroso, miles de dedos indicarían la dirección de su vivienda, sino es tiempo de carnaval, pero como ahora las fiestas populares están en pleno apogeo, lo encontrará arrollando con las congas y comparsas, no importa si es del barrio de Oriente o del de Occidente, tampoco si son de mayores o niños, en cualquiera está Oscarito marcando con sus pies el sonido de los tambores.
El Sabroso pasa los cuarenta años, pero tiene plena juventud, es el principal personaje popular del municipio, se destaca además por su amplia sonrisa, amistad y laboriosidad, tal es así que de manera voluntaria da su aporte a cualquier obre constructiva del municipio, sin interesarle si es privada o social, donde esté la arena y el cemento ahí está listo para pegarse.
Pero ahora, si que no le hablen de palas ni de concreto, cuando llega el carnaval solo quiere rumbear, bailar hasta el amanecer, enlazar un día con el otro hasta quedar extenuado, es quien rompe el festejo y quien lo cierra, pero antes pregunta cuando será el del año que viene.
Sobre los calificativos de la fiesta, siempre es el mismo, con su hablar a media lengua, afirma, “Los mejores” y sigue su camino saludando a un lado y a otro, el conoce a muchas personas pero aún los que no le conocen lo quieren, es que El Sabroso, también marca nuestra identidad.
Oscar Raurel, es un nombre muy de élite para una persona tan popular, además se cansaría de averiguar en Cabaiguán y jamás encontraría a la persona que así lo identificaron sus padres a la hora del nacimiento.
Sin embargo con solo indagar por Oscarito, El Sabroso, miles de dedos indicarían la dirección de su vivienda, sino es tiempo de carnaval, pero como ahora las fiestas populares están en pleno apogeo, lo encontrará arrollando con las congas y comparsas, no importa si es del barrio de Oriente o del de Occidente, tampoco si son de mayores o niños, en cualquiera está Oscarito marcando con sus pies el sonido de los tambores.
El Sabroso pasa los cuarenta años, pero tiene plena juventud, es el principal personaje popular del municipio, se destaca además por su amplia sonrisa, amistad y laboriosidad, tal es así que de manera voluntaria da su aporte a cualquier obre constructiva del municipio, sin interesarle si es privada o social, donde esté la arena y el cemento ahí está listo para pegarse.
Pero ahora, si que no le hablen de palas ni de concreto, cuando llega el carnaval solo quiere rumbear, bailar hasta el amanecer, enlazar un día con el otro hasta quedar extenuado, es quien rompe el festejo y quien lo cierra, pero antes pregunta cuando será el del año que viene.
Sobre los calificativos de la fiesta, siempre es el mismo, con su hablar a media lengua, afirma, “Los mejores” y sigue su camino saludando a un lado y a otro, el conoce a muchas personas pero aún los que no le conocen lo quieren, es que El Sabroso, también marca nuestra identidad.
Tito Campver, único espirituano en los Primeros Juegos Panamericanos celebrados en Argentina
Por: Aramis Fernández Valderas y Osbel ramón Díaz
Nelson (Tito) Campver González, con poco más de ochenta años, da un golpe sobre el brazo del sillón y apaga el televisor para no sufrir más; acaba de finalizar el juego de béisbol entre Cuba y los Estados Unidos durante los XVI Juegos Panamericanos de Guadalajara, en el que el elenco cubano carga una vez más con la derrota; momento propicio para recordar aquellos primeros Juegos Panamericanos de 1951 en Buenos Aires Argentina donde acudió como lanzador.
“En Cabaiguán empecé a jugar el béisbol el terreno que estaba cerca del paradero, trabajaba en la escogida de tabaco y luego iba a practicar cuatro o cinco horas por la tarde, no habían ni pelotas para dar un juego, había que pasar con un sombrero recogiendo dinero para reunir 10 o 15 pesos con lo cual comprábamos los implementos para efectuar el juego, estuve en la liga amateur unos meses y después pasé a la Liga Pedro Betancourt de donde salió la selección para los primeros Juegos Panamericanos que se celebraron en 1951 en Buenos Aires Argentina”.
Campver González, fue el único atleta espirituano que asistió al evento donde se presentaron diez equipos, la nómina de la isla la integraban además del cabaiguanense, Argelio Brito, Gilberto Delgado, Mario Díaz, Luis Fiuza, Aurelio Herrera, Juan Izaguirre, Derubin Jacome, Gustavo Martínez, Osvaldo Orgalles, Celso Oviedo, Juan Ravelo, Angel Scull, Leonardo Seijo, Jorge Silva, Juan Vistuer y Manuel Chino Hernández entre otros.
“En ese Panamericano, lancé dos juegos, uno contra argentina de 10 por cero, donde permití un solo hit y luego en el segundo contra Nicaragua también con triunfo de 5 por 1, quedamos invicto nosotros” .
Aunque al pelotero cabaiguanense, no le gusta hacer muchas comparaciones, si asegura que el béisbol cubano pasa por un momento catastrófico.
“Antes cuando uno perdía un partido, no quería hablar con nadie, ahora no son todos, pero hay algunos que le da lo mismo. Yo me acuerdo en el tiempo de Blandino, dormían en literas en el estadio, hoy viven como reyes, buenos hoteles, buen equipamiento, buenos entrenadores, ni eso teníamos en mi tiempo, nos entrenábamos nosotros mismos, Por tanto hoy se tienen que esforzar más y hay que exigirles más”.
Tito Campver, reside en Ciudad de la Habana hace más de 50 años, pero la lejanía no lo hace olvidar a Cabaiguán ni a la provincia de Sancti Spiritus.
“Yo vivo y muero por mi pueblo y siento un orgullo inmenso en haber representado a la actual provincia de Sancti Spiritus en la Primeros Juegos Panamericanos de Argentina en 1951 y que muchos jóvenes de allí sigan mi camino”.
Nelson (Tito) Campver González, con poco más de ochenta años, da un golpe sobre el brazo del sillón y apaga el televisor para no sufrir más; acaba de finalizar el juego de béisbol entre Cuba y los Estados Unidos durante los XVI Juegos Panamericanos de Guadalajara, en el que el elenco cubano carga una vez más con la derrota; momento propicio para recordar aquellos primeros Juegos Panamericanos de 1951 en Buenos Aires Argentina donde acudió como lanzador.
“En Cabaiguán empecé a jugar el béisbol el terreno que estaba cerca del paradero, trabajaba en la escogida de tabaco y luego iba a practicar cuatro o cinco horas por la tarde, no habían ni pelotas para dar un juego, había que pasar con un sombrero recogiendo dinero para reunir 10 o 15 pesos con lo cual comprábamos los implementos para efectuar el juego, estuve en la liga amateur unos meses y después pasé a la Liga Pedro Betancourt de donde salió la selección para los primeros Juegos Panamericanos que se celebraron en 1951 en Buenos Aires Argentina”.
Campver González, fue el único atleta espirituano que asistió al evento donde se presentaron diez equipos, la nómina de la isla la integraban además del cabaiguanense, Argelio Brito, Gilberto Delgado, Mario Díaz, Luis Fiuza, Aurelio Herrera, Juan Izaguirre, Derubin Jacome, Gustavo Martínez, Osvaldo Orgalles, Celso Oviedo, Juan Ravelo, Angel Scull, Leonardo Seijo, Jorge Silva, Juan Vistuer y Manuel Chino Hernández entre otros.
“En ese Panamericano, lancé dos juegos, uno contra argentina de 10 por cero, donde permití un solo hit y luego en el segundo contra Nicaragua también con triunfo de 5 por 1, quedamos invicto nosotros” .
Aunque al pelotero cabaiguanense, no le gusta hacer muchas comparaciones, si asegura que el béisbol cubano pasa por un momento catastrófico.
“Antes cuando uno perdía un partido, no quería hablar con nadie, ahora no son todos, pero hay algunos que le da lo mismo. Yo me acuerdo en el tiempo de Blandino, dormían en literas en el estadio, hoy viven como reyes, buenos hoteles, buen equipamiento, buenos entrenadores, ni eso teníamos en mi tiempo, nos entrenábamos nosotros mismos, Por tanto hoy se tienen que esforzar más y hay que exigirles más”.
Tito Campver, reside en Ciudad de la Habana hace más de 50 años, pero la lejanía no lo hace olvidar a Cabaiguán ni a la provincia de Sancti Spiritus.
“Yo vivo y muero por mi pueblo y siento un orgullo inmenso en haber representado a la actual provincia de Sancti Spiritus en la Primeros Juegos Panamericanos de Argentina en 1951 y que muchos jóvenes de allí sigan mi camino”.
La taracea en Cabaiguán
Por: Aramis Fernández Valderas y Daysi Martín Ciriano (Museóloga)
La palabra taracea proviene del vocablo árabe tarcí que quiere decir incrustación. La misma consiste en realizar una obra en la que interviene pequeños segmentos de diferentes materiales incrustados de forma artística en combinación.
En Cabaiguán se guarda con celo en el museo municipal de historia, piezas taraceadas propiedad del Líbanés José Chamán.
Los materiales más usados en este arte son las maderas preciosas, con sus colores naturales o teñidos, el marfil, nácar, concha, plata y hasta el oro, entre otros.
Este trabajo requiere de mucha paciencia y habilidad, tanto visual como manual, porque resulta agotador todo el trabajo dado el número de pasos que debe seguir hasta conseguir su expresión artística.
Aunque el arte de adornar muebles mediante el ajuste y combinación de variedad de maderas y aplicación de elementos variados en hueso y marfil fue conocido en las grandes escuelas artísticas de la antigüedad, puede afirmarse, que la taracea nació durante la edad media bajo el impulso del sentido geométrico del arte musulmán, el cual ofreció dos grandes focos en Sicilia y norte de Italia y en los centros hispanoárabes.
Una nueva rama de la taracea del gusto renacentista se desenvolvió en Francia y los países bajos con gran empleo de pequeños filetes de marfil. En Holanda apareció otra variedad de taracea con temas vegetales de flores y aves que repercutió en el mueble germano, inglés y aún en el español e hispanoamericano.
Otro capítulo notable en este arte está representado en la segunda mitad del siglo XVIII por la ebanistería francesa, pero a pesar de la evolución y desarrollo de los diseños que ha tenido la taracea desde la Edad Media hasta nuestros días, hay que destacar que el estilo geometrizante de la cultura musulmana sigue vigente como en el medioevo, sin que se haya dejado penetrar por otra corriente.
Como ejemplo de este trabajo aún existe en el Museo Municipal de Cabaiguán, en su sala dedicada a la Inmigración, un portarretrato taraceado sobre cedro y con este mismo material fueron trabajadas las incrustaciones, unas veces en su color natural y otras teñidas en los colores rojo, blanco y negro. Posee en total 20 aplicaciones de triángulos de nácar y se aprecian los característicos medallones hexagonales y las estrellas de seis puntas.
Resulta esta pieza de un valor excepcional por ser representativa de la inmigración árabe a la localidad.
Algunos cabaiguanenses de estos tiempos, también taracean, principalmente guitarras, puertas de las viviendas y cofres para guardar tabaco, siendo el mayor representante el artista de la plástica Freddy Rodríguez Aguilera.
La palabra taracea proviene del vocablo árabe tarcí que quiere decir incrustación. La misma consiste en realizar una obra en la que interviene pequeños segmentos de diferentes materiales incrustados de forma artística en combinación.
En Cabaiguán se guarda con celo en el museo municipal de historia, piezas taraceadas propiedad del Líbanés José Chamán.
Los materiales más usados en este arte son las maderas preciosas, con sus colores naturales o teñidos, el marfil, nácar, concha, plata y hasta el oro, entre otros.
Este trabajo requiere de mucha paciencia y habilidad, tanto visual como manual, porque resulta agotador todo el trabajo dado el número de pasos que debe seguir hasta conseguir su expresión artística.
Aunque el arte de adornar muebles mediante el ajuste y combinación de variedad de maderas y aplicación de elementos variados en hueso y marfil fue conocido en las grandes escuelas artísticas de la antigüedad, puede afirmarse, que la taracea nació durante la edad media bajo el impulso del sentido geométrico del arte musulmán, el cual ofreció dos grandes focos en Sicilia y norte de Italia y en los centros hispanoárabes.
Una nueva rama de la taracea del gusto renacentista se desenvolvió en Francia y los países bajos con gran empleo de pequeños filetes de marfil. En Holanda apareció otra variedad de taracea con temas vegetales de flores y aves que repercutió en el mueble germano, inglés y aún en el español e hispanoamericano.
Otro capítulo notable en este arte está representado en la segunda mitad del siglo XVIII por la ebanistería francesa, pero a pesar de la evolución y desarrollo de los diseños que ha tenido la taracea desde la Edad Media hasta nuestros días, hay que destacar que el estilo geometrizante de la cultura musulmana sigue vigente como en el medioevo, sin que se haya dejado penetrar por otra corriente.
Como ejemplo de este trabajo aún existe en el Museo Municipal de Cabaiguán, en su sala dedicada a la Inmigración, un portarretrato taraceado sobre cedro y con este mismo material fueron trabajadas las incrustaciones, unas veces en su color natural y otras teñidas en los colores rojo, blanco y negro. Posee en total 20 aplicaciones de triángulos de nácar y se aprecian los característicos medallones hexagonales y las estrellas de seis puntas.
Resulta esta pieza de un valor excepcional por ser representativa de la inmigración árabe a la localidad.
Algunos cabaiguanenses de estos tiempos, también taracean, principalmente guitarras, puertas de las viviendas y cofres para guardar tabaco, siendo el mayor representante el artista de la plástica Freddy Rodríguez Aguilera.
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