La taracea en Cabaiguán

Por: Aramis Fernández Valderas y Daysi Martín Ciriano (Museóloga)



La palabra taracea proviene del vocablo árabe tarcí que quiere decir incrustación. La misma consiste en realizar una obra en la que interviene pequeños segmentos de diferentes materiales incrustados de forma artística en combinación.

En Cabaiguán se guarda con celo en el museo municipal de historia, piezas taraceadas propiedad del Líbanés José Chamán.

Los materiales más usados en este arte son las maderas preciosas, con sus colores naturales o teñidos, el marfil, nácar, concha, plata y hasta el oro, entre otros.

Este trabajo requiere de mucha paciencia y habilidad, tanto visual como manual, porque resulta agotador todo el trabajo dado el número de pasos que debe seguir hasta conseguir su expresión artística.

Aunque el arte de adornar muebles mediante el ajuste y combinación de variedad de maderas y aplicación de elementos variados en hueso y marfil fue conocido en las grandes escuelas artísticas de la antigüedad, puede afirmarse, que la taracea nació durante la edad media bajo el impulso del sentido geométrico del arte musulmán, el cual ofreció dos grandes focos en Sicilia y norte de Italia y en los centros hispanoárabes.

Una nueva rama de la taracea del gusto renacentista se desenvolvió en Francia y los países bajos con gran empleo de pequeños filetes de marfil. En Holanda apareció otra variedad de taracea con temas vegetales de flores y aves que repercutió en el mueble germano, inglés y aún en el español e hispanoamericano.

Otro capítulo notable en este arte está representado en la segunda mitad del siglo XVIII por la ebanistería francesa, pero a pesar de la evolución y desarrollo de los diseños que ha tenido la taracea desde la Edad Media hasta nuestros días, hay que destacar que el estilo geometrizante de la cultura musulmana sigue vigente como en el medioevo, sin que se haya dejado penetrar por otra corriente.

Como ejemplo de este trabajo aún existe en el Museo Municipal de Cabaiguán, en su sala dedicada a la Inmigración, un portarretrato taraceado sobre cedro y con este mismo material fueron trabajadas las incrustaciones, unas veces en su color natural y otras teñidas en los colores rojo, blanco y negro. Posee en total 20 aplicaciones de triángulos de nácar y se aprecian los característicos medallones hexagonales y las estrellas de seis puntas.

Resulta esta pieza de un valor excepcional por ser representativa de la inmigración árabe a la localidad.

Algunos cabaiguanenses de estos tiempos, también taracean, principalmente guitarras, puertas de las viviendas y cofres para guardar tabaco, siendo el mayor representante el artista de la plástica Freddy Rodríguez Aguilera.

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