La Loma y Cantarrana se enfrentan, el fuego cruzado embruja a los contendientes, el viejo y destartalado hotel es la frontera, el secreto a voces de las iniciativas mantiene las expectativas, las congas arrasan, los habitantes se divierten. Es fin de semana de Parranda, la principal festividad del pueblo de Guayos en el centro de Cuba.
No hay acontecimiento más importante en el pueblo desde hoy 13 de noviembre hasta el domingo 14, la gente solo atina a bailar, a discutir, a comerse la empanada caliente, que baja furiosa al estómago con el trago de cerveza a granel.
Las banderas se agitan, también los ánimos, los hombres y mujeres tiemblan, es hora de salir la carroza representativa de sus bandos y faltan detalles, la luz de la cúpula se niega a encender, las muchachas sobre la tarima parecen estatuas de cera.
El tablero de la loma se precipita, ya tendrá la respuesta de los cantarraneros, hay olor a pólvora, cerveza, comida, orine y sudor. El locutor comienza a leer la historia, los flash de las cámaras se disparan, la fiesta es hasta el amanecer, el elevado y la ceibita, son testigos excepcionales de los hechos por muchos años, en sus cercanías se discute ferozmente, unos dicen, ganó Cantarrana, otros, ganó la Loma; nunca se sabe quien gana. Ganó la Tradición.
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