Añoranza del inmigrante
-"A veces me sentía como un arado que barre siempre el mismo surco y soñaba que el trabajo sería más blando si caminara en compañía”.
-Cosas de la vida, decía el isleño Sebastián Ledesma, un solterón cubierto por el techo del triste rancho vara en tierra a la vera del camino real.
-¿Por qué Sebastián?
-“A veces me enredé en la nostalgia de lo que dejé atrás y, así como el agua busca su nivel tu sangre tira y lleva lejos tu memoria”.
-Miraba por sobre el hombro y recordaba a los amigos, la vieja casa, su ayer o ese alguien especial, sus ojos no tienen lágrimas, sí un brillo triste.
-Sebastián
-"Maldigo la decisión de comenzar el camino y me pierdo en los, cómo
-Pero..
-"Déjame hablar. Otras veces encuentro injusto el precio de mi soledad y revuelvo en los pliegues del pasado, como quien busca monedas en los bolsillos de un muerto".
-Mantiene recuerdos
-"Mi mente menor inventa recuerdos y fabrica diálogos que lo explican todo, respondo a preguntas que nunca me hacen interrogo a quien no tengo coraje de preguntar".
-Nunca ríe
"Descubrí que no hay risa que devuelva lo perdido, lo llorado, ni de color verde a lo marchito".
-¿Si ahora le dicen, mire están listas las condiciones para su regreso?
-Sigo la marcha solo, mi memoria no es la de la juventud, a veces olvido que almorcé, pero lo que si no logro olvidar es aquella isla palmera cuando me decía adiós, es tarde para regresar, allá extrañaría, esta otra patria, mi Cuba y no tendría ni la posibilidad de pelear con mi pasado, aquí me entierran como la postura del buen tabaco"
-Florencio interrumpe la asistente social que rasura su barba en el hogar de ancianos de Cabaiguán.
-La vida no me dio hijos, pero ahora al menos ella me quiere como un padre.
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