“La educación es como un árbol: se siembra una semilla y se abre en muchas ramas. Sea la gratitud del pueblo que se educa árbol protector, en las tempestades y las lluvias, de los hombres que hoy les hacen tanto bien. Hombres recogerá quien siembre escuelas”.
Esta no era una frase de José Martí como para estar almacenada en las escasas librerías existentes al triunfo de la Revolución, bien que lo entendían los torcedores de tabaco de la Fábrica Bauza cuando apenas un mes después del comienzo de la alborada, acuerdan crear una comisión para la construcción de las tres primeras escuelas en el territorio.
Humberto Rodríguez Reyes, cincuenta años después de surgir la idea, recuerda la aprobación unánime de los obreros del torcido: “Hicieron tronar las chavetas, la emoción apartó las tablas de enrolar, todos nos abrazamos, comenzó la cuenta regresiva y un año después las aulas acogieron a los primeros alumnos".
Máximo Pérez Rodríguez, otro de los impulsores de las obras aclara: “Para edificar los centros educativos no contábamos con un centavo, tampoco le pedimos al Estado porque Fulgencio Batista había dejado las arcas en cero, pero teníamos la seguridad de que el pueblo apoyaría las obras”.
“En Cabaiguán existían algunos centros educativos, estaban ubicados en la parte más céntrica de la ciudad y la mayoría eran de propiedad privada”, apunta Mario García Reyes, dirigente sindical de la época. “Es por eso que seleccionamos tres barrios marginales para acometer la obra: los de La Refinería, El Jobo y La Grúa, allí la mayoría de los muchachos andaban descalzos y muy pocos asistían a clases”.
Manos a la Obra
La intensión de los tabaqueros se pone en práctica en febrero de 1959, cuando empiezan a recoger botellas y otros envases de vidrio entre los vecinos y con el dinero de la venta compran los primeros ladrillos, a esta iniciativa se suman otras y la mejor de todas.
“También hicimos una vega, pero no sembramos el tabaco”, aclara Isasio Pino Cruz. "Hicimos un llamado a los campesinos para que cada veguero entregarán unas 25 libras de la hoja al Comité Pro Escuela y así se recogieron cientos de quintales que después nos compró la fábrica de tabacos Bauzá”.
Recaudado el dinero se efectuaba la compra de los materiales, “Pero cuando las personas tomaron conciencia del proyecto también hacían otros aportes a la causa de la educación”, afirma Humberto Rodríguez Reyes, quien fungía como presidente de la Comisión Municipal de los Torcedores de Tabaco para impulsar la educación en el municipio en el año 1959.
El baile que acabó con los colores
“Se nos ocurrió celebrar un baile con las calles cerradas para con las recaudaciones agrandar la cuenta. Como era costumbre se colocó una cerca para dividir a blancos y negros. Cuando la fiesta estaba en pleno apogeo decidí quitar la línea divisoria y entonces todos empezaron a bailar juntos”, recuerda Máximo Pérez Rodríguez.
Mario García Rodríguez atestigua: “Aquella fiesta acabo con los colores, jamás el pueblo se ha dividido por cercas ni por cuerdas, aquellas escuelas que comenzaban a construirse, antes de recibir a los alumnos, enseñaron a los cabaiguanenses que negros y blancos éramos cubanos, así empezaba a transformarse el sentimiento de segregación racial que imperaba en el municipio”.
Máximo, rememora como en la propia fiesta se fue trasmitiendo entre los asistentes la necesidad de que la mano de obra no costará nada y se aprueba por la población hacer los centros escolares con trabajo voluntario.
Sudor de pueblo para cultivar las ideas
“Fueron 52 domingos sin descansar, el que no ponía un ladrillo alcanzaba la mezcla, nadie cobro un centavo”, dice Humberto Rodríguez, mientras va señalando la forma en que se hizo la zapata de la Escuela de la Grúa, hoy nombrada Dionisio Rodríguez, como recuerdo al mártir cabaiguanense, “Aquí estaba situado el foso de la pesa de caña, lo rellenamos con piedras, parte de este piso los donó el ejecutor del barrio de la Refinería”.
En el recorrido, los niños de la escuela Ramón González Crespo del Jobo, conocen por medio de una foto quién fue José Sosa Riverón, Isacio Pino, les explica que este hombre común del pueblo fue el jefe de la obra que cincuenta años después ellos disfrutan, los pequeños encienden las computadoras, dejan correr los videos educativos y corroboran a Pino, que aquella obra no se ha interrumpido y que ahora ellos con las nuevas tecnologías en la misma instalación cincuentenaria multiplican los conocimientos.
Una fotografía ampliada en blanco y negro recibe al visitante en la escuela Julio Antonio Mella del barrio de la Refinería, es el momento de la inauguración de la instalación educativa, los testimoniantes comienzan a reconocerse, a veces confunden rostros, Mario García Reyes, invita a los miembros fundadores de la comisión creada en la Fábrica de tabacos Bauza, apenas un mes después del comienzo de la alborada, para contar la historia y evitar su olvido entre los cabaiguanenses.
Hola Aramis Fernández Valderas....
ResponderEliminarme presento primera vez, soy Manuel nací en alemanía, pero ahora vivo en Gran Canaria de España.
Tengo solo una cosa, te he encuentro la pagína porque, tú has escribiendo un articulo: memorias: primeras escuelas construidas en Cabaiguán
y en este el articulo hay un nombre se llama "José sosa Riverón" ...tengo interessa a este Señor, porque puede ser el esta mi padre. Mi padre estaba en Alemanía 19?? - 1987, yo fue 2 años. Y desde algunas años busco mi padre sobre internet y algo.
mi pregunta ahora es puedes y quieres mi ayudar? Puedes el señor pregunta si el tiene un hijo se llama Manuel Bauer en alemanía??
Muchas Gracias por molestar...
Saludos de Europa
me puedes escribir una correo
manuelbauer@gmx.de
En el facebook tambien llomo ahí Fox MB
Gracias