Camino a Fomento, muy cerca de Santa Lucía, a seis kilómetros de Cabaiguán, un hombre prefiere las rosas, nunca pensó Don Tomás que en sus rústicos potreros compartidos por mucho tiempo entre el tabaco y el ganado, florecieran 300 especies de plantas ornamentales y cerca de 130 de frutales, tampoco se imaginó el viejo campesino, el regreso de su hijo Marcelo a la Tierra, después de graduarse como Ingeniero mecánico.
Hay páginas no escritas, esta es una de ellas, refiere el productor, ahora, si me pusieran a escoger, me quedaría entre los perfumes y el verde intenso de la foresta, parco en palabras, pero hábil con el azadón, Marcelo Ríos descubrió hace cuatro años el misterio de los injertos, de sus secretos, no hay quien le hable, menos del tratamiento al terreno con materia orgánica, el mejor de los abonos de los que tenga conocimiento.
Solo hectárea y media, dedica el productor referencia nacional del movimiento de la agricultura urbana, a estos nobles cultivos, unos que alimentan el estómago y otros el espíritu, es así, afirma, he visto a muchas personas al decidir entre el pan y una flor, tomar la última.
En el jardín de Marcelo se resumen el universo, especies de todos los países de América, las Islas Malucas, Malasia, El Medio Oriente, Europa y Africa, surgen de la misma tierra, como si el mundo naciera en suelos cabaiguanenses.
Con poco más de 40 años, Ríos, imparte consejos a otros dedicados a los mismos fines en Cuba, pero traspasa fronteras, colombianos, holandeses e ingleses también aprenden de la magia del miembro de la Cooperativa de Créditos y Servicios Sergio Soto y asociado a la Fundación Antonio Núñez Jiménez.
De la finca Don Tomás, nadie sale sin probar la guayaba enana o los melocotones caribeños, mucho menos sin asombrarse de los higos tropicales, los quince tipos de mango o el nuevo ejemplar de fruta bomba con dieciséis libras de peso.
En el adiós me percato de la frágil figura de Marcelo, nada le asemeja al campesino, más bien a un intelectual, escritor noche a noche de los expedientes del sembrado, se equivoca periodista, gracias a ser ingeniero aprovecho el saber en toda su magnitud, en mi finca la sabiduría, es el gran secreto del éxito.
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