Guayos, pequeño pueblo del cual se discute el origen de su nombre y citado por la investigadora Sutaina Sotomayor, por el árbol de las frutas roja.
Constituye un asentamiento, con marcado matiz en la defensa de su cultura, que no es solo de parrandas; por sus calles anda la poesía, la música, la pintura, todo lo que es creación se sienta en los bancos del parque para disfrutar de sus noches tranquilas, o bajo la octogenenaria Ceiba, testigo de años, romance e historia.
Se quiere tanto la Ceiba, que siendo tan pero tan grandona, se le chiquea el nombre todos los guayenses dentro o fuera de Guayos le dicen Ceibita.
El árbol te da la bienvenida o la despide, depende de donde vengas, o hacia donde vayas, pero que alegría cuando el guayense de marcha por otros sitios, siente cerca su sombra.
El Árbol de la Virgen como también la nombran , fue traída y sembrada en el sitio donde estaba el parque “La malanga”;pero la construcción de la carretera Central la amenaza, los guayenses no querían perder su identificación, de nuevo otro trasplante, y ahí esta, perecedera, con algunas preocupaciones, por que nunca le ha gustado ver a personas ebrias, y son muchos los que en ella apoyan sus manos para no caer de bruces cuando se pasan de tragos.
Pensativa a veces, confieza la Ceiba de Guayos, "Creo que otro destino me debía tocar en la vejez"
Hablemos entonces Ceibita, con las instituciones culturales, con
los gastronómicos, conversemos con los ebrios para que sigas identificando no al ron más o menos puro, a la in masticable croqueta, a la despiadada música del reguetón; mereces como el drago de Icod de los vinos en la Isla Isleña de Tenerife la solemnidad del trato y los honores de un pueblo
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