La Peña de Mujica teje hilos de tradición



Son invisibles, pero sueltan su fragancia y seducen al silencio con un misterio febril. Están ahí, dulces, nada frágiles, los versos sonoros convertidos en hilos que enhebran sentimientos y nos acercan al distante y cercano universo de lo imaginado en la piel de la memoria sin olvidos. Junto a sus eternas compañeras, las guitarras, los integrantes de la Peña de Mujica desgranan amor en un mundo amenazado por la desaparición del folklor campesino
El domingo amanece con sabor a veguerío en la colonia española, el  pretexto, la reunión entre amigos. Comienzan los cuentos, aparecen los guijes de las leyendas, mientras las maracas comienzan a sonar, es una jornada diferente, el tres llama al laúd, el laúd aclama por el bongo.
Este sueño se gesta en la peña de decimistas y después de 15 años está ahí, al parecer para siempre, se ha hecho tradición, los timbres dulces y brillantes de las cuerdas ennoblecen la virtud de poetas aficionados y profesionales, la calle arrulla las décimas, controversias y tonadas. La pureza  bebe en la savia del folclor campesino y en los aires infinitos que sembró Cuquillo, el poeta de Mazo y Cabaiguán
La autenticidad también viene por el difícil sendero del hallazgo. Mujica  sabe encontrar nombres y sonoridades que pocas veces alcanzan el realce merecido.
El ángel del misterio se une en recuentos imprescindibles. Aflora el espíritu del abuelo jovial que llegó de las islas Canarias para quedarse en Cuba. De traerlo al presente se encargan las anécdotas y las sonrisas cómplices  del adulto mayor, el joven y hasta de niños.
Asoma la madurez de la tarde dominical, las cuerdas se recogen, los improvisadores piensan en la próxima semana, cada uno tiende versos en la cama, para dentro de siete días tejer hilos de tradición en la Peña de Mujica

No hay comentarios:

Publicar un comentario