Del Botiquín al acaparamiento; el camino de la automedicación
Hace mucho tiempo, más de cincuenta años, cada casa en Cabaiguán, tenía su botiquín; siempre o casi siempre ubicado en el baño de las viviendas urbanas o en el cuarto de los jefes de familia en las casas rurales.
Era una especie de cajoncito donde se podía encontrar esparadrapo, mercuro cromo, yodo, algodón, yodé, aceite ricino, aceite de hígado de bacalao y escasas aspirinas. Ese pequeño dispensario, resolvía los apuros, los medicamentos constaban mucho como para estarlos acumulando en un cajón.
Con lo que existía en el botiquín, un chorro de petróleo y una mascada de tabaco se coagulaba la sangre de cualquier herida, un purgante de apazote, con un pase de aceite ricino y unas cuantas cucharadas de aceite de hígado de bacalao, no dejaba viva ni la mismísima lombriz solidaria.
En aquel entonces a nadie se le ocurría acudir a los Doctores Montalban, Poggio, Entralgo a Marcelo, al Dr. Barrios, Madariaga, ni a ningún otro para pedir una receta para tal o mas cual medicamento; las consultas costaban y los fármacos eran bien caros.
Ahora, el pobre médico de la familia, que se pasa el día haciendo más papeles que viendo enfermos y dando más recetas por complacencia que las necesarias, si ese galeno se niega, vienen las quejas y todo el mundo oye los lamentos de los pacientes pero casi nadie el del galeno.
Es por eso que ya no existe en el municipio la tradición del botiquín, porque en las casas de vivienda ahora son dispensarios, farmacias bien surtidas ahora te abren una gaveta y están las duralguinas a montones, los antiparasitarios por rastra, el venatón; hay más frascos de venatón, que venas existen en los habitantes del hogar, y píldoras para los nervios, esas si que se llevan el record.
Claro, ir al médico a molestar por una receta no cuesta nada y el medicamento es barato. Si por el volumen de venta de estos se fuera a medir la salud en Cabaiguán, todos los habitantes estarían enfermos, pero la realidad es bien distinta, así lo indica el alto índice de envejecimiento, las mínimas cifras de recién nacidos fallecidos, la eliminación de pandemias tradicionales en otros lugares del mundo y la robustez de los ciudadanos.
Así por muchos fármacos que se produzcan, siempre existirán los faltantes en las boticas. ¿Cuántos necesitan de verdad un medicamento y no esta en la farmacia, porque alguien se lo llevó para engordar su “botiquín”?.
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