Del monte nace el arado y el yugo para los bueyes
Tan añeja como la agricultura misma es la confección de los instrumentos de trabajo. Ciertamente, sin éstos, no existiría producción de alimentos.
Desde la Comunidad Aborigen los primeros pobladores de la isla de Cuba elaboraban sus propios instrumentos a partir de la piedra y la concha.
Ya en la etapa colonial aparece el uso del machete para desmontar montes y el arado criollo, hecho de madera, para la preparación de los terreros para la agricultura.
Muy vinculado al trabajo de preparación de la tierra para el sembrado está el uso del yugo para mantener en yunta a los bueyes, que en cuestión son los que tiran del arado atendiendo a las voces de mando del campesino.
La confección del arado y del yugo recaba de quien lo confecciona, cierta pericia que se llega a convertir en una habilidad casi artesanal. L a primera tarea es escoger la madera apropiada, con buena resistencia y a la vez suavidad que permita elaborar los cortes correspondientes en cada caso. Las maderas más utilizadas para ambos instrumentos son la güira, el guamá y el mango entre otras.
Muchos campesinos confeccionan ellos mismos estos instrumentos, pero siempre hay otros que se especializan un tanto más y por ello reciben encargos desde diferentes sitios. Así ocurre con el campesino Eneido Pérez, radicado en El Colorado a unos dos kilómetros de Cabaiguán.
Entre hacha, serrucho, machete y hachuela se mueven los instrumentos que utiliza. Realmente es una labor encomiable ya que con pocos instrumentos modernos, realiza la confección de estas piezas, inclusive del arado más largo que se usa para aporcar las siembras y que requiere que los dos animales realicen su labor de tracción más alejados uno de otros sin maltratar las siembras.
Muchos campesinos en la actualidad realizan la roturación de tierras para el cultivo de forma mecánica, utilizando arados, surcadores y otros implementos de hierro, sin embargo, el arado criollo de madera no ha desparecido y es muy usado en las surquerías para sembrar tabaco.
A todo lo anterior se añade que estas siembras exhiben desde la distancia un hermoso paisaje por su excelente paralelismo en sus trazos. Así que se agradece a Eneido Pérez su dedicación “artesanal” en la confección de estos implementos de labranza.
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