Tejiendo el pasado con el futuro

Sin darse cuenta, las mujeres cabaiguanenses convirtieron sus destrezas en el tejido en un medio para preservar el legado cultural de sus antecesores, principalmente canarios, que empleaban motivos decorativos a sus trajes típicos, los ajuares del hogar y el indispensable pañuelo Desde la zona de potrerillo hasta la productiva Santa Lucía, los baúles y maletas de los inmigrantes siempre traían sus agujetas, que en las noches de adaptación mucho ayudaron a las isleñas, así elaboraban cubrecamas, manteles, medias, y otras prendas, en su regazo, descansaba la niña pero miraba, el tiempo pasó, y le herencia se mantiene, no hay nada más preciado para una futura madre cabaiguanense, que un pañal adornado con un festón, o dibujos a relieves, en puntos cruzados, Canovas y cuantos el ingenio heredado dejo para que a lo largo se convirtiera en tradición así como huella imperecedera a la cual no hay ni maneras ni deseos de renunciar. Pero hay quienes dicen y estoy de acuerdo con ellos que nuestros aborígenes fueron los primeros en pensar en las vías para cubrir sus cuerpos y por su puesto no con hilos pero si con fibras naturales entretejían aditamentos y prendas con las cuales ayudaban a cubrir su desnudez, pero pruebas exactas en Cabaiguán no existen. Tejiendo con el presente el pasado, miro desde mi casa, a la viejita Rosa, sus pies no le acompañan para desandar las calles, sin embargo las manos de mueven como relámpagos, la flor se abre el tapete esta listo, toma otro lienzo ahora levanta la cabeza , recuerdo a mamá me dice , hace más de 70 años no está en el reino de los vivos, no obstante le pide el consejo para las incrustaciones, son difíciles no crea, calar y tejer a la vez no se aprende en un día. Como Rosa, muchas descendientes de isleñas, enfrenan la moderna técnica y hasta los actuales gustos, claro está que como en todo las tradiciones tienen que enfrentar la tecnología de punta, y el mercantilismo barato en el que se producen piezas a montones pero nunca valdrán más que las que adorno con estas viejas manos me afirma Rosa Romeo. Manos y arte, arte y manos, siempre unidas, colorean, el cuerpo de los tejidos mediante el bordado, ¿Por Cuánto Tiempo? , en Cabaiguán por siempre porque las pequeñas descansan en el regazo de sus madres, al calor del festón de los pañales entre en la sangre el movimiento de las agujetas, los puntos se descubren y el entramado de colores despierta el deseo de continuar la añeja tradición llegada un día con la primera. Por: Aramis Fernández Valderas

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