Ubaldo Pérez: El pastor de las letras

Por: Aramis Fernández Valderas



Me apenan las piedras
porque siempre son un obstáculo en el camino,
siempre serán un obstáculo en el camino,
me apenan las piedras algún día serán polvo.

Ubaldo Pérez Hernández es un hombre que no termina de reunir sus desastres, en la piel donde se esconden sus locuras, siente como la angustia existencial tensa la cuerda del arco para hacer de estos poemas flechas que buscan el espacio y trascienden mas allá de si mismos, de la preocupación cotidiana por los conflictos de Cabaiguán, el país y el universo; en medio del caos el poeta indaga y concluye: “Importante será cada palabra que pueda abrir una ventana”.

“Todo lo que se haga con amor es posible, yo creo que lo fundamental en la vida es el amor, se puede estar criando carneros y a la vez escribir por lo que uno se siente útil, escribo por autodidacta aquí corriendo detrás de los carneros.

Ubaldo Pérez Hernández, nació en Cabaiguán en 1954, entre sus distinciones se encuentran los premios de poesía, Enrique Hart Dávalos, Rubén Martínez Villena, Abel Santamaría y primer accesi en el Bustar Viejo de España, ha publicado en revistas, periódicos, en las antologías todo el Amor en décimas de la Editorial Benchomo en Islas canarias y Vuelo de abejas en la Editorial Luminaria en el 2002, colaboró con los suplementos humorísticos Dedeté, Palante y Melaito, su libro de poesía para niños Con nubes de azúcar fina de Luminaria 2001, resulto ganador del concurso Lazarillo en el 2004 en España, además se le concedió el premio Internacional Misael Valentíno.

“La escritura me viene a mí desde que era un niño, un día se me dio la oportunidad de acercarme a personas que escribían en el taller literario de aquí de Cabaiguán, un grupo ya de personas maduras que me ayudaron en cuanto a mis inquietudes, pues cuando uno empieza como dice el dicho, comienza ciego. Integro el taller literario en 1967 pero ya hacia algún tiempo que leía libros

¿Recuerda el primer libro que leyó?
“Lo primero que leí fue Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer”.

Un libro muy maduro para usted a pesar de la edad que tenía.
“Si pero lo asimile y seguí leyendo la obra de Gustavo Adolfo Bécquer, y todos esos escritores de la generación romántica y después fui pasando a otros escritores de distintos géneros cada día fui leyendo mas, nutriéndome mas”.

Los buñuelos y torrejas que mi abuela nos traía
cuando la lluvia volvía a envolver con sus madejas,
caballete, guano, tejas, el trillo, la guardarraya,
el viento que se desmaya en su loco descontento,
es el fin de un viejo cuento cuando mi abuela se calla.
Recodo, surco, camino, codornices y palomas,
el manantial y las lomas el gallo giro y el fino,
el sinsonte con su trino,
mi abuela entre los jagüeyes,
la Ceiba, los curujelles
y la lluvia en su regreso
son el camino y un beso en los ojos de los bueyes.
La cocina el palomar, la salvia, la ciguaraya,
el humo que se desmaya y casi me hace llorar,
el viento tiende a cambiar,
pasa vuelve y estrena una canción con un violín no soñado.
Mi abuelita ha regresado, se me vuelve una colmena.
Entre anones y mameyes , naranjas y mandarinas,
descalza entre las espinas me enseño a enyugar mis bueyes
a buscar los curujelles y la tarde que soñaba
la mas fina caña brava para mi nuevo cometa
y la luna tan inquieta que a veces nos desvelaba”

“Yo considero que al hombre hay que darle lo mejor, la poesía para niños es muy delicada y hay que darle lo mejor, no usar tanto el diminutivo, ya el niño no vive en una caja de cristal, estamos viviendo otros tiempos, la literatura es como el tiempo que va cambiando, son las mismas palabras con diferencias de ideas, hay que proyectarse en otra manera

Decía Lesama Lima que para que un poeta fuera poeta tenia que leer por lo menos 1600 libros.
“Pero yo creo que ya pase esa cifra por que yo he leído desde Manrique, López de Vega, Guillén. Lo he buscado gracias a la Revolución aquí el que no posea cultura es porque no quiere, no tengo titulo pero tuve la oportunidad de leer mucho puesto que todo la Revolución me puso en mis manos sin animo de politiquería”.

Ubaldo conoce el compromiso que un poeta contrae con la sociedad, la poseía debe reflejar épocas históricas, constituyen verdaderos archivos donde las futuras generaciones deben hurgar para comprender el pasado.

“Yo siempre tuve el concepto de crear y creer que un escritor debe dejar entrever en sus poesías el sistema social donde se mueve, porque en realidad, por ejemplo: ¿Quién dejaría los testimonios del Período Especial en Cuba, de las cocinas de leña, del humo que estas desprendían, los trabajos que ha pasado el pueblo?, ¿Quién dejaría testimonios de esta situación económica en que hemos vivido?. Había que hacerlo, y explicar bien lo que ha vivido el pueblo y esa es la principal función de un poeta reflejar la realidad que vive, morir en pos de la verdad.

Ubaldo Hernández ha realizado los oficios más humildes, Pastoreo de carneros y cerdos, guardia nocturno, y jardinero.
“Yo estaba ejerciendo como jardinero aquí en Cabaiguán y el padre Jesús, el cura del pueblo me manda a buscar para que le hiciera un trabajo y en realidad el puso las plantas y yo le dije entonces, donde almuerzo, me dijo, almuerzas conmigo Ubaldo. Esta bien le dije, después continué realizando el trabajo de jardinería allí y paso el tiempo y como a las 11 de la mañana le pregunte a la cocinera que a que hora almorzaba el cura y me dijo que la 1 y 30 de la tarde, pero yo seguía intranquilo por el olor que se desprendía de aquellos calderos y se lo pregunte reiteradamente.
Allí en el almuerzo me bajo la musa y escribí el poema “A la Una y media el almuerzo del cura”, poema que fue un problema que yo lo leo en el taller literario y hubo una persona que se lo dice al cura y este me manda a buscar y me pregunta que si el es el único que almuerza en este pueblo a la una y media de la tarde era él y yo le contesto que lo utilice como un medio local, pues el cura simboliza algo concerniente a la localidad”

“Mi pueblo es un espejismo entre dos aguas,
cuanto miran al cielo ustedes, nosotros,
deshojando todo lo que se va entre el sudor y las lagrimas,
el ruido de una noche que acuna la escarcha,
a la una y media almuerza el cura.
Me aferro al cielo a su abrigo azul que me calma el frío,
me figuro a la virgen, sus promesas,
mañana el huracán será el fulgor de un adiós que el viento ignora indecisas palomas sobre la arena
y las remotas palidez de las estatuas al borde de los precipicios.
La ciudad es un enigma extraño inmenso ante los sueños.

Los resultados de Ubaldo en las letras no le envanecen, recuerda sus inicios en el semanario humorístico Melaito.
“Queda una nostalgia grande un recuerdo muy lindo que fueron mis primeros pasos en la literatura, siempre que yo escribía un suplemento para Melaito y me lo publicaban en Palante, me creía que era el escritor mas importante del mundo ahí fue cuando tomo el mundo me empezó a conocer y a leer mis publicaciones yo me firmaba Ubaldo Cabaiguán allí publiqué miles y miles de trabajos humorísticos como “Buscando una suegra”, “Aquellos ojos verdes” , critique mucho los bares, hable mucho de las croquetas, fue un tiempo muy lindo”

El trabajo cotidiano que realiza Ubaldo en la crianza de los carneros y los cerdos, sus guardias nocturnas en la sala de fisioterapia, pueden parecer reñidos con la poesía que fabrica encima de las piedras, mirando el árbol seco o conversando con sus compañeros que entienden poco de la métrica.
“El escritor no se crea el mismo, el escritor lo crea la propia vida, lo hace la vida, yo he pasado por varios centros de trabajo he sido guardia, trabaje en el cementerio, jardinero, trabaje en el parque de diversiones, pero siempre que sembraba una planta yo escribía algo relacionado con esa planta; porque era una necesidad que tenia de escribir, le escribía a las flores a los árboles, en mis trabajos se gesta una mezcla de conceptos de la naturaleza, de amor, de cuidado a esta.

¿Cómo es que llega el verso a Ubaldo?
“En momentos he querido dejar de escribir porque me asedia pero es una necesidad la que tengo que siempre tengo que dedicar tiempo para realizarlo, de noche la poesía me persigue y tengo que sentarme a escribir es algo que no esta programado es algo raro, ella te asalta, a veces no tengo deseos de escribir y me toma y tengo que hacerlo por que te invita, te busca y te cuestiona”.

¿Cómo ven tus compañeros de trabajo a Ubaldo?
“Mis compañeros de trabajo me ven como un ser raro, me ven como un loco, bueno en realidad todos los poetas tienen cierta venita de loco, no son perfectos pero en realidad no considero que sean locos sino que tienen ese don que le dio la naturaleza para a través de las letras ilustrar la realidad que vive esa persona, pues la poseía es una cosa que me acosa, me llena, me tumba, a mi me nacen los sonetos arriba de un boniatal”.

Si este parque tuviera solo un nombre
“Si este parque tuviera solo un nombre
y las hojas me vieran la inocencia
dejando el nacimiento de tu ausencia
jugándome la hombría de ser hombre.
Si este parque de olvido, he de olvidar
y dios me pusiera ante tú enojo
me encontraría el invierno que no cojo,
buscarte la angustia que me ampara.
En el ir y venir donde a menudo
volveré a soñar aquel instante
besándote de nuevo no lo dudo
ojala que este parque en lo adelante
me deje este recuerdo así desnudo;
de tenerte tan cerca y tan distante.

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