Compay Segundo encontró su gran amor en Cabaiguán
Por: Aramis Fernández Valderas
Nunca pensó Compay Segundo que la rotura del tren en que viajaba en Placetas le fuera a venir como anillo al dedo, cuando tomo una de las calles del poblado vio asomada a la ventana a una muchacha tan linda que le puso Chan Chan en las venas y si hubiese andado con la armónica, de seguro que ahí mismo le hubiera compuesto una canción.
No era Macusa, la joven santiaguera que le traía revuelta la cabeza, sino Ana labrada Martínez, quien estaba de visita en ese poblado villaclareño, pero que residía en la zona rural del Purial, por acá por Cabaiguán.
El asunto es que como Compay tenía sangre caliente, ahí mismo le lanzo los piropos y ambos quedaron prendidos, hasta que regresó en busca de Ana para con ella conformar la gran familia Repilado Labrada, que tiene sabor a música y de la buena.
Pero no solo nace una familia nueva, sino la expande porque Compay quería tanto a los Labradas que nunca tuvo diferencias entre estos y sus progenitores, por eso el era y es adorado aún por los descendientes de este apellido en el municipio.
Sin embargo, siempre existe alguien muy especial y esa fue su cuñada Josefina Labrada Martínez, residente en la actualidad en el barrio de la refinería, ambos armonizaron la amistad y el cariño de forma tal que en una de sus visitas de enamoramiento le compuso la canción titulada; Mi Calderito.
Ayer salió Josefina
A buscar su buen caldero
En casa de una vecina
Pa’ tostar un buen café.
Así comienza el texto, en el cual recoge nombres de vecinos del barrio, muestra de que Compay no solo se relacionaba con los Labrada Martínez, sino como hombre sumamente popular , también se vinculaba con el vecindario, amen de las licencias poéticas que como recursos pudiera emplear.
No, estaba en casa de Eugenia
Ni estaba en casa de Antonia
El caldero se ha perdido
Lo tienen otras personas.
En esta estrofa también se refleja el modo de vida agrario de aquel tiempo en el que todo el mundo compartía lo que tenía, al fin y al cabo, no se donde Josefina pudo encontrar el cardero, pero si me han contado, personas cercanas a ella y a Compay, que esta cuñada, era su mayor confianza hasta que exhaló el eminente músico su último suspiro, quien seguía siendo de Cueto, de Macana, de Santiago, un cubano relloyo y un cabaiguanense por adopción.
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