La exigencia no está reñida con las buenas relaciones humanas



Por: Aramis Fernández Valderas
Últimamente, a los dirigentes de muchos centros laborales, le han dado por buscar todas las formas posibles para hacer sentir mal al trabajador, cuestión reñida con la necesidad de estimular el interés y el amor por el trabajo.

La frase, sino te sirve pide la baja, se pone de moda, en una sociedad donde nadie puede ser excluido de su ubicación y mucho menos echado a la calle, parece no leerse  en los consejos de dirección  las reglamentaciones, incluyendo una extremadamente nueva y ya engavetada, El Código del Trabajo, donde existen deberes y derechos, a veces pisoteados y también borrados de
la mente de los sindicalistas.

La mano no puede ser suave, tampoco ha de ser capaz de golpear hasta dejar noqueado al obrero, quien en repetidas ocasiones asume las negligencias de los
jefes y deben agenciarse hasta el  más mínimo de los materiales para poder cumplir con su cometido.

Cuando usted va a la calle y pone oídos a las conversaciones, muchas están relacionadas con la falta de motivación en su empleo, si nos vamos con la primera idea, sacaríamos como conclusión la incapacidad del salario para resolver los problemas económicos, pero si profundizamos y entramos en el diálogo, gran parte no habla de sueldos, ya eso es un asunto mil veces machacado sin solución por el momento,.

Los criterios giran alrededor de la imposición, de los jefes, a las amenazas, a la no estimulación, donde se incluye hasta los buenos días y el hasta mañana, o preguntar por el enfermo, o porque estas rindiendo poco,  ¿podemos hacer para que te sientas mejor?.

Pero no es así, por el contrario, se les dice, yo no tengo la culpa de que tengas enfermo, lo tuyo es cumplir o estas pensando en otras cosas y no por lo que yo te pago, sería un poquito mejor por lo que la sociedad te paga, o no traigas los problemas de la casa al trabajo, ¡Dígame usted, tendrán que colgarlos de los árboles del parque!.

Las administraciones, tienen que unir al colectivo, hacerlos sentir bien sin dejar la exigencia a un lado, pero muchos cuadros, como se le dice a los dirigentes, tendrán que pasar primero un diplomado de relaciones humanas y después ponerse la chaqueta de jefes que a muchos les queda demasiado ancha.

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