Por: Aramis Fernández Valderas
Una
evaluación deficiente del grupo nacional de la agricultura urbana, eriza los
pelos de los representantes de todas las entidades, organismos y organizaciones
del territorio debido al carácter multisectorial del proyecto.
Pero
la opinión popular con respecto a la comercialización que es lo que ve el
cabaiguanense traducido en la
mesa debe erizar mucho más, sin
embargo no ocurre así.
mesa debe erizar mucho más, sin
embargo no ocurre así.
Cabaiguán
llegó a la elite de referencia nacional del movimiento y la perdió,
principalmente por problemas subjetivos debido a que esta
forma de producir no
ha contado nunca con un suministro de insumos contratados, a no ser algunos
renglones específicos.
La
rosca dio vueltas en el tornillo y de nuevo se tomo un aire para tratar de
llegar a la cumbre situación que no es tan fácil lograr por el rigor con que
los especialistas evalúan a la agricultura de la ciudad, muy puntuales en que
si hay canteros vacíos, o sino tienen tal o más cual mata sembrada, pero no así
en el surtido del mercado porque solo lo pueden apreciar el día que vienen
desde arriba y nadie es tan desprevenido como para dejar de prepararse a tiempo
y cargar los anaqueles.
En
estos momentos, no vale la pena detenerse en fracasos, sino en el espíritu
rejuvenecido y en tener en cuenta los puntos de las ies para no resbalar con la
misma cáscara.
Y
si de prevención se trata, creo que es en la reiterada esfera de la
comercialización, donde se debe ser más insistente, porque al fin y al cabo en
los organopónicos, patios y parcelas hay producciones.
Debe
equipararse el mercado a las noticias, en estas últimas se abarrotan de
quintales de las cosechas de la
Agricultura urbana, pero son virtuales debido a que escasea
el conejo, la gallina y otros cárnicos, la hortaliza se desaparece de buenas a
primera y los mercaderes de los puntos de venta de este movimiento escarban las
yucas de los campesinos para realizar la venta diaria.
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