Por: Aramis fernándezValderas y Daisy Martín Ciriano
Al analizar los programas educativos de los centros religiosos que
prestaron servicios a la enseñanza dentro de este hay que detenerse con
especial atención en el Colegio Presbiteriano, por haber realizado una
impecable labor en la formación de varias generaciones durante casi
todos los primeros cincuenta años del siglo XX.
Fundado por el reverendo Antonio Sentí en el año 1912 en la Avenida
Rodolfo Benítez resultó un centro privilegiado por poseer un claustro de
maestros y directivos religiosos que solo atinaban a formar
correctamente a los educandos que asistían a sus aulas.
Si bien en los primeros momentos se impartían solo clases de
manualidades para niñas, muy pronto se acogieron estudiantes del sexo
opuesto que conformaron matrículas que recibían más de diez asignaturas
entre las que se encontraban Aritmética, Lenguaje, Agricultura,
Educación para la salud, Educación musical, Escritura y Trabajo manual
entre otras.
El colegio se caracterizó por contribuir con sus actividades a la
formación de actitudes correctas para la vida de sus educandos, al
prepararlos adecuadamente con sólidos conceptos sobre la laboriosidad,
el patriotismo, la honradez, el ahorro, la hermandad y la modestia.
Diferentes clubes formados entre maestros y alumnos fortalecían estos
valores entre ellos el club Regla de Oro que en el que se conjugaban los
preceptos martianos con las actitudes a adoptar en la vida por los
estudiantes.
Muchas generaciones de cabaiguanenses cursaron en ese centro su
enseñanza primaria y todos por igual guardan un sentimiento especial por
el centro y por susmaestros, entre los que se encuentran figuras
destacadísimas de la educación como Maria Luisa Leiva, Aurora Martín,
Victoria Martinó, Haydeé de Armas, Nilda Lorenzo, Amable Reina, Ada
Bielsa Megálida Martínez, Eloisa Benítez, entre otras.
Este colegio, al igual que otros, tuvo un himno, en cuyas estrofas se
reflejan cada uno de los propósitos por los que el colectivo laboró en
todo su tiempo, ese himno que aun entonan sus exalumnos cuando se
reúnen, ahora en la iglesia, todos los finales de febrero para
rememorar, cantar y encontrar a todos aquellos que compartieron los
felices tiempos de estudiantes en el colegio.
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