Cabaiguán: !Somos de todo, somos la unión!

Las diferencias de los pueblos, la determinan sus habitantes; las generalidades existen, las peculiaridades, los distinguen, esas son las más amadas por quienes poco a poco los conforman.
No son las estructuras de las edificaciones, el trazo de las calles o el sitio específico que ocupa geográficamente lo determinante, si bien estos factores influyen, en definitiva, quienes los pueblan juegan el rol principal.
Mi pueblo, como los otros, tiene personajes populares, personalidades distinguidas, construcciones distintivas, sello cultural propio, tradiciones diferentes, una rica historia de la cual los hombres y mujeres, niños y niñas viven orgullosos.
En mi villa las torres de las iglesias, llaman a los feligreses, unos entran, otros observan, hay algunos pensativos que no saben a cual entrar, también hay templos sin torres, y gran parte de los ciudadanos solo las conocen por referencia, nunca hay ido a rezar.
Mixtura de creencias, mezcolanza de devotos y ateos, mezcla, de plegarias y discursos, ¡mezcla!, eso es mi  pueblo un mosaico, étnico, cultural y religioso, no solo los isleños se asentaron en Cabaiguán, llegaron negros, gallegos, andaluces, americanos, hasta un libanés y quiso dejar la huella para la posteridad.
Aquí se baila, el danzón de Arturo Alonso, la rumba y el guaguancó, aquí se baila la isa, y  el reguetón,  hay santos y santeros, Yorubas y paleros.
Esta es el rico revoltijo, de Guillen, el que previó martí; sabes, unos pintan el paisaje, otros prefieren la abstracción, unos gritan, otros hablan, también lloran y ríen a la vez , los chistes van desde el feo hasta cuando  se equivocó en tal ciudad, porque muchos viajan, ¡otros no!.
Pero Cabaiguán es la clave, aquí, juntos están, discuten de la pelota, ¡Si como que no!, si el gallo de los gallos mucho tabaco torció,
¿A Blandino?,
¡Claro lo conocí!, (Aunque nunca lo vio, dice sí).
¡Nada de separación!, ¡somos de todo!, ¡somos la unión!

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