La cocina en los campos de Cabaiguán era el territorio de nuestras madres, los niños sólo podíamos entrar cuando ellas lo permitían.
Una de esas ocasiones especiales era el día en que ella hacía sus buñuelos de yuca. Los pequeños podíamos “ayudar” amasando las bolitas, que variaban en tamaño, según las manitas que las moldearan. En aquel entonces, se molía la yuca hervida en un molino a mano.
Era una forma en que las madres motivaban a sus hijos para que de alguna forma aprendieran algo del oficio de cocineros, las niñas debían ser quienes más amasaran las bolitas, porque en aquel tipo de educación a las mujeres les tocaba la cocina.
Hoy en cambio, ni hembras ni varones se enfrentan mucho al fogón, solo se sientan a la mesa cuando el sudor de mamá cae sobre las meseta de la cocina y es la última en ocupar el asiento, si queda alguno vació, muchas comen con los platos en las manos, para responder más rápido al pedido de los comensales.
Si de cultura se trata, la cocina es un buen libro para aprender, la mamá es la maestra eficiente que se sabe las lecturas de memoria, ella debe exigir mucho más el aprendizaje, así su esfuerzo tendrá mayor reconocimiento y cuando los pequeños vayan creciendo, no esperaran que le sirvan el plato de yuca con mojo.
Los buñuelos de yuca, educaron a muchas familias, pero también los tachinos de plátano o la melcocha, sabemos hasta donde el jején puso el huevo, quiero decir tenemos conocimientos culturales muy amplios, pero no nos damos cuenta que además del amor, la cultura también entra por la cocina.
gracias sr. Aramis por su blog, me remonte mi niñez en la cocina de mi mamà disfrutando esos sabrosos buñuelos, aqui en Mèxico ahora los hago con harina. Saludos a ud y su familia. Las Mabeles.
ResponderEliminarSr. Aramis soy la sobrina mexicana amistad de Julito y Yaniel Santos, me gusto mucho su pagina y sobre todo la historia del museo campesino, pienso ir pronto a visitarlo y me gustaria conocerlo. saludos!Mary.
ResponderEliminar