Las Minas de Jarahueca; ruta del petróleo en Cabaiguán

A finales del siglo XVIII el poblamiento del  territorio del actual municipio de Cabaiguán, es incipiente. Posterior a la primera guerra (1868-1878) y por la reconcentración de la población dispuesta por Balmaceda, alrededor del fuerte militar de la comarca, es que comienza a crecer el  caserío.
Con la segunda guerra y la reconcentración impuesta por Valeriano Weyler,  el Marqués de Tenerife, Guayos y Cabaiguán reciben pobladores de los campos circundantes. Es solo a principios del siglo XX que comienza la fundación de pequeños asentamientos en los cruces de caminos; cerca de establecimientos comerciales y en las fincas.
Cabaiguán Fue una zona agrícola, tanto en el período colonial como el neocolonial. Un día todo comenzó a cambiar. En los primeros años de la década del cuarenta; los miles de habitantes de la cabecera municipal y sus alrededores conocieron una fiebre similar a la de Titusville, al brotar el primer pozo de petróleo en Las Minas de Jarahueca.

Todo comenzó por el olfato
Desde 1918, de acuerdo con las investigaciones de Everrete L. De Golyer y del ingeniero cubano Jorge Broderman, se conocía la existencia de materiales bituminosos, salideros de gas debido al olor de aquella zona. En 1941 resucitaron estos informes vinculados con la finca Rosa de Cancio, en el barrio de Pedro Barba.
El actual territorio de Las Minas en aquel entonces formaba parte de las tierras del hato Pedro Barba; donde  habitaban unas pocas familias  en su mayoría de origen canario. Antes de 1909 y en tierras de la Finca Palmarito donde se ubica hoy Las Minas Abajo construyen viviendas las familias de los canarios Estanislao Peña Morales y Juana Mendoza Duque; José Morales y Clotilde Pérez además José Cruz. Mientras en el actual territorio de Las Minas Arriba se ubicaba en 1915 la finca de la familia de  José Manuel Delgado, posterior a su muerte la heredan sus hijos; a Carlos Delgado Barrera le corresponde la Rosa de Cancio.
El pozo embrujado
El surgimiento del poblado de Las Minas se debió a que en la finca Rosa de Cancio que era un lugar bastante seco por naturaleza; un pequeño río lo atravesaba en la parte baja. En un mes de frío de 1942, el dueño, Carlos Delgado, trató de aliviar la sed de sus reses que bebían de aquel raquítico río y ordenó construir un pozo a veinte metros de la corriente del arroyo. Dos peones rompieron la tierra a la sombra de un grueso árbol; a pocos pies de la superficie, las palas y los picos hicieron brotar un agua amarillenta de burbujear constante. –Es un pozo embrujado- dijo uno de los peones. Corrieron en busca del dueño quién recibió la noticia con una sonrisa y caminó hasta el lugar para observar  lo que allí pasaba. Lanzó un fósforo contra la superficie del líquido; una llama surgió al instante, entonces dijo a sus peones que dejaran el pozo para otro día. Olvidó la preocupación por el agua de las reses, se vistió y cabalgó por la guardarraya hasta Motembo.
Allí lo atendió Ramón Cordero, después de escuchar la historia, viaja hasta la finca y luego de recorrerla sacó muestras del pozo y regresó a Motembo para analizarla.

De Rosa Cancio a Las Minas de Jarahueca
A ocho kilómetros al norte de la finca se encontraba el pequeño poblado de Jarahueca  que había vivido a empujones del tabaco, de pequeños talleres artesanales y del cultivo de frutos menores. Pero Jarahueca tenía algo importante, la vía del ferrocarril norte atravesaba el asentamiento de los pies a la cabeza y lo convertía  en un punto de enlace.
En Motembo sacaban petróleo por eso Delgado fue hasta allá, después de ser atendido por Ramón Cordero quien luego de  visitar la finca, trae la primera perforadora de vapor por Jarahueca, después la trasladaron hasta la finca. De la noche a la mañana, el nombre de  Jarahueca se ensanchó y rompió los límites tradicionales. Cuando en la finca perforaron la tierra y brotó un líquido ámbar claro, fino y aceitoso fue que de inmediato ocurrió la transferencia de nombre.  Por ser más pegajoso y por tanto más comercial la finca dejó de llamarse Rosa de Cancio y adoptó rápidamente el de Minas de jarahueca. Los nuevos pobladores llegaban por el ferrocarril, gracias al auge petrolero.
Con la apertura de esta mina llegan también Anselmo Prado, Juan José González. Alfredo Marrero, Francisco Jiménez Castellón entre otros, por lo que el poblado fue creciendo con estos hombres para trabajar  en la misma.
En aquel entonces y con la llegada de estos trabajadores es que comienzan a surgir una serie de locales necesarios .Según cuenta Antonio Peña Mendoza, “Alfredo Marrero construye la fonda “El Eructo”, Francisco Jiménez la tienda de víveres. Se levanta una  farmacia, un pequeño cine, barbería, peluquería y bar”.
Hasta el año 1960 en esta área se perforó y explotó el campo petrolífico, con el decursar del tiempo fue quedando sólo el nombre de Las Minas.  Hoy solo una persona basta para atender los pozos de petróleo; el resto de los habitantes vive de sus siembras o trabaja fuera de la comarca..
De Mina queda el recuerdo
Según Roberto Clemente Morales, administrador de dichos pozos:  “En la zona, puede decir que en un radio de dos kilómetros, hay más de cien pozos de petróleo perforados. Es imposible caminar treinta metros, en cualquier dirección. sin encontrar huellas de cables de hierro trenzado y llenos de herrumbre, viejas máquinas desactivadas, cubiertas de Hierbas. Es un extraño panorama, museo petrolero, restos de una época floreciente recordada por los pobladores más antiguos. Todavía hay quienes afirman que aquí permanece virgen uno de los mayores yacimientos petroleros del país; otros se han resignado a la realidad y ni siquiera piensan en los tiempos pasados”.
Las Minas está llena de recuerdos petroleros; la mayoría de las casas usan el gas de los pozos en producción, valiéndose de tuberías galvanizadas. Con ese gas cocinan y se alumbran cuando por  alguna razón falla el fluido eléctrico.

1 comentario:

  1. Interesante articulo. No sabia que existia petroleo en esa zona. Me sorprende que el gobierno actual no le haya dado mayor importancia o al menos explorar el sitio.

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