Por: Aramis Fernández valderas y Daisy Martín Ciriano
A inicios del siglo XX llegó a Cabaiguán el aroma del café “El Indio” con el moderno tostadero que implantaron Agapito Roiz Cabeza y Ricardo Callejo Sánchez, naturales de Santander en España.
Provenientes de la ciudad de Placetas, estos comerciantes encontraron en la localidad el mejor espacio para establecerse para construir en 1917 una edificación de madera y tejas para prestar servicios de tostar y moler café.
Con el aumento de la venta fue necesario ampliar la torrefactora y sus propietarios construyeron en 1926 un amplio local de mampostería que abarcó un espacio de 1400 metros. Dotando la misma de modernas maquinarias entre las que se encontraba una tostadora de café Siroco francesa, dos Rápido-Ideal Alemanas, un molino de café canadiense y una máquina volumétrica para envasar el producto.
También se adquirieron máquinas para moler maíz, descascarar arroz y clasificar el café.
Con esta reinstalación se sustituyó la vieja chimenea de concreto por otra conformada por planchuelas de hierro.
La firma Callejo y Roiz vendía café molido y en grano.
Además gozaba de excelentes carros de reparto que ganaban a diario una amplia clientela en el territorio. El café que se procesaba provenía de la región oriental de Cuba.
En 1961 el tostadero pasó a ser atendido por el MINAL y se denominó con el nombre de Torrefactora “Manuel González Crespo” en recordación al mártir cabaiguanense asesinado en 1957 en la zona de La Llorona, en el Escambray.
En la actualidad las viejas maquinarias han continuado rindiendo su trabajo, pero en su mayoría han sido repuestas por otras más modernas. Algunas han sido reparadas y se les ha añadido otros aditamentos que favorecen un mejor trabajo y mayor producción.
El café que se procesa en la actualidad tiene el sello nacional. La marca comercial “HOLA” abastece toda la provincia de Sancti Spíritus.
Resulta muy sugestivo el aroma del café recién tostado que recibe al transeúnte en horas de la mañana, mientras al cruzar la línea, la vieja Torrefactora favorecida ahora por la modernidad, desafía el nuevo milenio arribando en el 2012 a los 95 años de su fundación.
En ese tostadero trabajó de joven mi padre y mi tío mayor paterno, Baltasar y Dionisio Rey Roiz respectivamente, sobrinos carnales de Agapito Roiz Cabeza. El último volvió a España al poco de estallar la Guerra civil, mi padre había venido poco antes.
ResponderEliminarMe gusta saber de su historia.